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Organización del gremio periodístico durante el Porfiriato

Organización del gremio periodístico durante el Porfiriato

Conforme se consolidaba el gremio periodístico durante el Porfiriato, se hizo imperante que quienes escribieran en los periódicos lo hicieran de manera adecuada y atendiendo a las pautas del periodismo moderno, cuyas características, de acuerdo con Mílada Bazant, eran “el reportaje, la caza de noticias periodísticas, que (vino) a reemplazar el periodismo tradicional con sus redactores sabios (…) pero sedentarios, doctrinarios y polemistas, (surgiendo en su lugar) el periodista joven, ágil, culto, trabajador y versátil (…)”.[1]

La necesidad de un periodismo moderno

Sin embargo, era una realidad que la labor de los periodistas no constituía una profesión puesto que este trabajo lo podía realizar cualquier individuo interesado en participar de los periódicos, el cual podía ostentar un perfil que iba desde el político, algún colaborador esporádico, el sacerdote, ensayista e intelectual, hasta un simple aficionado necesitado de un trabajo.[2]

Para lograr la tan anhelada modernización periodística, la prensa nacional trató de profesionalizar la labor de sus colaboradores a quienes solamente los distinguía, cuando no pertenecieron a las clases en el poder o a sectores medios, su “pobreza y su vida de modestia”,[3] recibiendo «salarios de hambre» que en no pocas ocasiones propiciaron su corrupción.[4] Además de estas condiciones de trabajo, los periodistas tenían una vida útil limitada, puesto que “un reportero (solo podía aspirar a trabajar) tres años, siete un editorialista y cuatro un cronista”.[5]

La precaria situación del gremio periodístico durante el Porfiriato

Respecto de esta situación, un editorial publicado por La Patria en 1890, daba un retrato de la lamentable labor de los periodistas en México haciendo hincapié en tres problemas principales: la mala retribución monetaria por su trabajo, el poco reconocimiento de su labor social y la falta de protección ante la constante represión política.[6]

Se aseguraba que debido a que el trabajo del periodista constituía una fatiga mental que “bien pronto debilita su cerebro”, este debería recibir una retribución justa y digna, sobre todo, por su abnegación al dedicarse a esta labor. El periódico aseveraba que si bien no estaba pidiendo las consideraciones dadas a “un príncipe”, sí era importante que se le reconociera su utilidad social y que con base en ello se le diera en la sociedad el puesto que merecía.[7]

Se mostró convencido de que a cambio del beneficio que la sociedad recibía del periodista, era justo que esta acudiera a la redacción para hacer “una recomendación, un elogio sincero y hasta un reclamo en términos decorosos”.[8]

 Finalmente, La Patria exhortó a la sociedad y al gremio en general a que comprendiera y reconociera a cabalidad la importante misión del periodista y le guardaran las consideraciones que merecían “los que aceptan el incesante trabajo y la responsabilidad consiguiente a constituirse en órganos de opinión”.[9]

Las primeras asociaciones de periodistas

Desde 1868 el gremio periodístico durante el Porfiriato se había dado a la tarea de proponer que los integrantes de la prensa nacional, tanto secular como confesional, se organizaran en asociaciones de periodistas y editores.[10] Estaban convencidos de que a través de ellas se lograrían conseguir las mejoras pertinentes en la prensa, se alcanzaría un mayor decoro en las polémicas y se proporcionaría auxilio a los periodistas ante las represiones políticas.[11]

Otro de los anhelos era modernizar a la prensa nacional para que estuviera a la altura del periodismo estadounidense, sobre todo, porque algunos periódicos de este país, como El Picayune de Nueva Orleans, consideraban que el periódico de México era “un pequeño pliego de papel (…)” con noticias atrasadas y sin un equipo editorial especializado. “La prensita” de México, como le llamó al gremio periodístico, “solo imprimía 400 ejemplares por hora (…) y esto creen en México que es una gran cosa”.[12]

La Sociedad Mutualista de Escritores creada bajo la dirección de Ignacio Manuel Altamirano (1875),[13] debería de ser el medio por el cual los periodistas moldearan «el lenguaje destemplado, insultos (y) disputas groseras que habían convertido a la prensa en un mercado de verduleras, exaltando los ánimos».[14]

Además, porque dichas disputas habían llevado a una serie de muertes por honor, como aquella que protagonizó el director de La Patria, Irineo Paz, y el redactor de La Libertad, Santiago Sierra (hermano de Justo Sierra), en abril de 1880, donde perdió la vida este último. Un duelo que marcó un antes y un después en la forma del quehacer periodístico y en la forma de dirimir los problemas entre periodistas. [15]

Debido a este hecho, calificado por algunos colegas, como Telésforo García en El Centinela, de una «conducta bárbara y salvaje»,[16] la prensa secular propuso algunas estrategias para mediar en las controversias. Una de ellas fue la creación de un jurado de honor que juzgara en las cuestiones de belicosidad y que decidiera «si los insultos se debían reparar (o no) por medio de las armas»,[17] además de un tribunal permanente «que impusiese silencio a los contendientes antes de que una discusión traspasara el límite de la razón, bajo la pena de expulsarlos del gremio».[18]

De acuerdo con lo anterior, se puede comprender por qué la necesidad de profesionalización del quehacer periodístico se llegó a percibir como un caso de suma urgencia, sobre todo, porque la imagen de la persona dedicada a redactar los contenidos estaba profundamente debilitada.

En este sentido se expresaba El Centinela, para quien los periodistas no merecían llevar tal nombre debido a que se involucraban en las disputas como «cualquier gacetillero sin honradez y sin gramática, que a falta de argumentos apela a las injurias y al peligro de perder la vida en duelos oscuros».[19]

 Debido a que su trabajo, según la percepción del periódico, «había llegado a ser una cosa de vida o muerte»,[20] sugirió como la única manera de moralizar al periodista, que estos firmaran con sus nombres propios sus artículos. De esta manera,  sus colegas y la sociedad en general sabrían que dichas opiniones no eran el sentir del periódico.[21]

Redactor del gremio periodístico durante el Porfiriato.
Redactor del gremio periodístico durante el Porfiriato. Ilustración: Bing Image Creator.

Los objetivos perseguidos

Los objetivos de las reuniones fueron: limpiar el buen nombre e intereses de la prensa, terminar con las divisiones y pleitos entre periodistas, erradicar la práctica del anonimato[22] y, en suma, buscar una solución a todos aquellos problemas que afectaban al gremio en su conjunto como la necesidad de unidad de la prensa, la ayuda mutua, los derechos y deberes de los periodistas, las cruzadas moralizadoras para combatir los problemas sociales como el alcoholismo y el analfabetismo.

Además, idear mecanismos de defensa y protección de los miembros ante la represión y persecución ejercida por el Estado sobre ellos al encarcelarlos y confiscar sus medios de trabajo, la protección a la libertad de prensa, el tema de la reducción de los aranceles al papel extranjero y la denuncia de los caciques y los malos funcionarios. Además de la demanda del restablecimiento del artículo 7º constitucional y la restitución del jurado para los delitos de imprenta.[23]

Participación de la prensa confesional protestante

En una reunión de periodistas que se llevó a cabo en 1884, a la cual asistieron El Siglo Diez y Nueve, La Colonia Francesa, La Patria. Diario de México, El Nacional, La Prensa, El Jueves, El Lunes, El Correo del Lunes, La Voz de España, El Pabellón Español, The Two Republics y El Diario del Hogar, con la anuencia de El Monitor, El Tiempo y La Voz de México, se decidió la creación de la Asociación de Periodistas de la Capital y de los Estados.

El objetivo de la Asociación no varió en objetivos, ya que se propuso proteger mutuamente la defensa de los intereses generales del periodismo, adoptar algunas reglas de conducta, establecer un jurado para que mediara en las discusiones y, finalmente, la creación de una comisión que se encargaría del reglamento, citaría a sesiones, e invitaría a los demás periodistas a secundar los trabajos.[24]

La prensa religiosa protestante representada por El Evangelista Mexicano (metodista sureño), El Abogado Cristiano (metodista episcopal) y El Faro (presbiteriano), también participó de estas reuniones. El objetivo de este sector de la prensa confesional mexicana fue el de fortalecer, al lado de la prensa independiente, su activismo cívico y liberal, además de buscar puntos de acuerdo para moralizar, modernizar y dignificar el trabajo del periodista protestante.[25]

Estos periódicos confesionales acudieron a las reuniones por la deferencia que sentían hacia Irineo Paz y hacia su periódico La Patria, quien en repetidas ocasiones se había dirigido al gremio periodístico protestante, especialmente al Abogado Cristiano, para dedicarle algunas líneas llamándolo «un amigo que nos es bien conocido y al que hemos profesado siempre profunda estimación».[26] Mientras que en retribución, El Abogado lo calificó de ser un excelente periódico liberal de la vieja guardia dirigido por el señor D. Irineo Paz, «el reconocido campeón del viejo periodismo mexicano».[27] Muestras de amistad y simpatía mutua que perduraron durante todo el Porfiriato.[28]

Hasta donde se tiene constancia, la prensa protestante asistió a cuatro reuniones, la primera de ellas en 1884 convocada por El Siglo Diez y Nueve, la segunda fue en 1887 convocada por La Patria de Irineo Paz,[29] la tercera fue en 1888[30] y, finalmente, acudieron a la reunión convocada en 1901 nuevamente por La Patria de Irineo Paz. [31]

No obstante, a pesar de los varios proyectos erigidos, la mayoría de ellos quedaron en el olvido, y no solo eso, sino que «los insultos siguieron su curso con más insolencia que antes»[32] en un contexto politizado que enfrentó a los periodistas de la prensa liberal e independiente y antiporfirista, con aquellos que apoyaron a los candidatos a la presidencia de la república en un panorama de elecciones fraudulentas.


Preguntas frecuentes sobre el gremio periodístico durante el Porfiriato

¿Cuáles eran los principales problemas que enfrentaban los periodistas durante el Porfiriato en México?

Los periodistas enfrentaban problemas como la mala retribución monetaria, la falta de reconocimiento social, la limitada protección ante represiones políticas y una vida útil limitada en sus carreras.

¿Cómo se intentó profesionalizar al gremio periodístico durante el Porfiriato?

La prensa nacional buscó profesionalizar a sus colaboradores a través de la creación de asociaciones de periodistas y editores, con el objetivo de mejorar las condiciones laborales, elevar el nivel de las polémicas y proporcionar auxilio ante represiones políticas.

¿Cuáles eran los objetivos perseguidos por las primeras asociaciones de periodistas en el Porfiriato?

Los objetivos incluían limpiar el nombre e intereses de la prensa, poner fin a las divisiones entre periodistas, eliminar el anonimato, buscar unidad en la prensa, promover la ayuda mutua, abogar por los derechos y deberes de los periodistas, y abordar problemas sociales como el alcoholismo y el analfabetismo.

¿Cómo participó la prensa confesional protestante en las iniciativas de las asociaciones de periodistas durante el Porfiriato?

La prensa confesional protestante participó en las reuniones con el objetivo de fortalecer su activismo cívico y liberal, buscando acuerdos para moralizar, modernizar y dignificar el trabajo periodístico. Hubo un intercambio de simpatía y amistad mutua con la prensa independiente.

¿Cuáles eran los problemas persistentes a pesar de los esfuerzos y proyectos para mejorar el periodismo durante el Porfiriato?

A pesar de los esfuerzos y proyectos, muchos problemas persistieron, incluyendo insultos continuos con más insolencia, enfrentamientos políticos entre periodistas de la prensa liberal e independiente, y elecciones fraudulentas que contribuyeron a un contexto politizado.

Fuentes y referencias

[1] Bazant, “Lecturas del Porfiriato”, p. 213. (Lo escrito entre paréntesis es mío).

[2] Era la «profesión principal o secundaria de aquellos encargados de recoger, analizar, evaluar y diseminar las noticias o comentar los hechos más recientes», Citado en Del Palacio Montiel, Siete regiones de la prensa en México, pp. 12-13.

[3] Citado en Bazant, “Lecturas del Porfiriato”, p. 215.

[4] Serna Rodríguez, “Prensa y sociedad”, p. 123.

[5] Citado en Bazant, “Lecturas del Porfiriato”, p. 215. (Lo escrito entre paréntesis es mío).

[6] La Patria, 4 de octubre de 1890, p. 2

[7] La Patria, 4 de octubre de 1890, p. 2

[8] La Patria, 4 de octubre de 1890, p. 2

[9] La Patria, 4 de octubre de 1890, p. 2

[10] Una de ellas fue propuesta por Guillermo Prieto en 1868, cuyo objetivo sería el de provocar la fraternidad entre colegas y fortalecer los contenidos.

[11] “Buena idea”, El Siglo Diez y Nueve, 9 de agosto de 1868, p. 3.

[12] El Libre Sufragio, 14 de enero de 1880, p. 3.

[13] “La asociación de periodistas y editores”, La Colonia Española, 4 de enero de 1875, p. 1.

[14] “Una pérdida irreparable”, El Centinela, 29 de abril de 1880, p. 1.

[15] “Una pérdida irreparable”, El Centinela, 29 de abril de 1880, p. 1.

[16] “Una pérdida irreparable”, El Centinela, 29 de abril de 1880, p. 1.

[17] El Centinela Español, 3 de junio de 1880, p. 2.

[18] El Centinela Español, 3 de junio de 1880, p. 2.

[19] El Centinela Español, 3 de junio de 1880, p. 2.

[20] El Centinela Español, 3 de junio de 1880, p. 2.

[21] El Centinela Español, 3 de junio de 1880, p. 2.

[22] Ruiz Castañeda, “La prensa durante el Porfiriato”, p. 239.

[23] Junta de Periodistas, La Patria, 31 de octubre de 1901, p. 1. La Voz de México, 15 de mayo de 1908, p. 2. El Progreso, 1 de noviembre de 1908, p. 11. Véase el desarrollo de los congresos en Lombardo García, “La Prensa Asociada de los Estados”, pp. 249-266. “El segundo Congreso de Periodistas de los Estados reunidos en la Ciudad de Puebla”, El Progreso, 1 de noviembre de 1908, pp. 11-13.

[24] “Reunión de periodistas”, La Patria, 7 de octubre de 1884, p. 2.

[25] El Abogado Cristiano Ilustrado, 27 de julio de 1905, p. 239.

[26] La Patria, 13 de julio de 1909, p. 3. “Prensa Liberal”, El Faro, 15 de febrero de 1888, p. 31.

[27] La Patria, 13 de julio de 1909, p. 3. “Prensa Liberal”, El Faro, 15 de febrero de 1888, p. 31.

[28] La Patria, 13 de julio de 1909, p. 3. “Prensa Liberal”, El Faro, 15 de febrero de 1888, p. 31.

[29] “Asociación de periodistas”, El Siglo Diez y Nueve, 25 de octubre de 1884, p. 3. “Junta de periodistas”, 12 de julio de 1887, p. 2. “Charla semanaria”, 12 de noviembre de 1887, p. 1.

[30] “La Junta de ayer”, El Siglo Diez y Nueve, 28 de junio de 1888, p. 3. “Manifestación estudiantil”, 12 de julio de 1889, p. 3. 21 de septiembre de 1889, p. 3.

[31] Junta de Periodistas, La Patria, 31 de octubre de 1901, p. 1.

Leticia Mendoza García

La Dra. Leticia Mendoza se ha especializado en política y cultura religiosa en México y América Latina, siglos XIX y XX, abordando temas de política y religión protestante, prensa confesional, mujeres religiosas y migración y conversos al judaísmo. El producto de sus investigaciones ha sido publicado en revistas académicas nacionales e internacionales. Las líneas de investigación que aborda son historia cultural, social y política. Una de sus últimas investigaciones, producto de un posdoctorado financiado por Conacyt, versa sobre la prensa protestante en México, en imprenta bajo el sello de CUPSA (Casa Unida de Publicaciones A. C.). Actualmente desarrolla una investigación sobre los conversos al judaísmo en América Latina y su integración al Estado de Israel.

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