La policía rural de Porfirio Díaz: Alcanzar la gobernabilidad en el campo
La policía rural, cuyo nombre oficial es policía rural de la federación, fue un cuerpo armado y montado que jugó un papel fundamental para mantener el control en el campo mexicano, especialmente durante el periodo del Porfiriato.
Tabla de contenidos de la Policía Rural de Porfirio Díaz
Orígenes de la policía rural «Los Rurales»
Si bien la policía rural, mejor conocidos simplemente como los rurales, adquirieron fama por su papel durante la etapa de gobierno del general Porfirio Díaz, lo cierto es que es una institución que nació algunas décadas antes de este periodo histórico.
De acuerdo con Paul Vanderwood, los orígenes de este cuerpo policiaco se encuentran en la guardia de seguridad creada el 16 de enero de 1857, la que era directamente controlada por el gobierno federal.
Aunque sus funciones tenían que ver más con la seguridad en ámbitos civiles, también era posible llegado el caso, que sus miembros pudieran ser usados como efectivos de segunda línea del ejército.
Años más tarde, ya iniciada la guerra de Reforma, Félix Zuloaga creó, con base en la Guardia de Seguridad, una fuerza de policía rural para el resguardo del camino de Veracruz a México (por su importancia para el transporte de caudales, mercancías y personas) con el ánimo de que los estados y municipios la emularan y sirviera para acosar a las tropas juaristas.
No obstante, las fuerzas liberales de Benito Juárez lograron derrotar al ejército conservador y, a cuatro meses de establecido el nuevo gobierno en la ciudad de México, éste se avocó a restablecer el orden perdido con la guerra, por lo que, una vez nombrado el general Ignacio Zaragoza como titular del Ministerio de la Guerra, y dada su experiencia en combatir a los salteadores de Puebla, se creó formalmente la fuerza mexicana de policía rural, Los Rurales.
Así, el 6 de mayo de 1861, por decreto del gobierno, se levantaron “cuatro cuerpos de policía rural para la seguridad de los caminos”.
Más tarde, durante la intervención francesa, los rurales fueron refundidos con el ejército regular para llevar a cabo ataques de hostigamiento en contra del ejército francés, con frecuencia exitosos.
El papel de los rurales durante el Porfiriato
Iniciado el Porfiriato, los rurales recibieron mayor apoyo, pues el presidente Díaz había quedado impresionado por su actuación durante la ocupación francesa.
De esta manera, los rurales, por estar preparados para un país mayoritariamente rural, habrían de ser de mucha ayuda para mantener el orden una vez que se afianzó el régimen. A partir de entonces la institución crecería hasta alcanzar su apogeo, varios años más tarde.
Los objetivos de la policía rural durante el Porfiriato
Además, al fortalecer a este cuerpo, se lograrían simultáneamente varios objetivos:
- Primero, contar con una fuerza armada que estuviera sujeta al gobierno federal (distinta del ejército, pues este se encontraba en franca reducción y su uso sería limitado a conflictos graves) y en la que pudiera confiar, elevando la cantidad de efectivos dedicados al exterminio del bandolerismo y, en general, de toda transgresión que pudiese surgir en el ámbito rural.
- Segundo, al incorporar a los oficiales y soldados del bando tuxtepecano que habían participado en la revolución con la que Díaz había llegado al poder, se les otorgaba una suerte de reconocimiento al proveerlos de un empleo no muy diferente al que habían ejercido como tropas sublevadas, previniendo así que esta gente, al tornarse ociosa, se uniera a las gavillas de bandidos.
- Tercero, en muchas ocasiones se reclutó a los bandidos indultados, lo que reducía el número de ilícitos a perseguir y reforzaba —aunque con ciertas reservas— a las “fuerzas del orden”.
Reglamento para el servicio de la policía rural
Los rurales comenzaron a prestar sus servicios en las poblaciones del campo, dándose a conocer el Reglamento para el servicio de la policía rural el 14 de junio de 1880, cuya dirección recayó en el jefe de la sección 3ª de la Secretaría de Gobernación, denominado “Inspector general de policía rural”, (cap. I art. 1º).
De acuerdo con el reglamento dicho inspector era nombrado por el presidente de la República de entre los jefes del ejército, y tenía a su cargo todo lo relacionado con dicha fuerza (cap. II art. 1º).
El personal de una compañía se formaba por un cabo 1º, tres cabos 2º y setenta y dos guardas, doce de los cuales debían fungir como sargentos (cap. III art. 1º).
Los aspirantes debían cumplir diversas condiciones para ser admitidos en el cuerpo: ser ciudadano mexicano, acreditar buena conducta, saber leer y escribir, tener más de 20 y menos de 50 años, ser diestro para el manejo del caballo y su cuidado, tener buena constitución física y “despejo intelectual”, así como presentar a un fiador que respondiera por el valor del vestuario y del equipo (fracciones 1ª a 6ª del art. 5º cap. III).
La policía rural tendría como “objeto exclusivo” el cuidado de los caminos, ayudar a la policía urbana, otorgar garantías a los ciudadanos, evitar en lo posible los delitos, perseguir, aprehender y poner a disposición de las autoridades competentes a los criminales (cap. IV art. 1º).
Este último punto, precisamente, nos recuerda a las labores que hoy día lleva (o debe llevar) a cabo nuestra policía federal.
Los abusos y deficiencias de la policía rural de Porfirio Díaz
Hasta aquí todo es miel sobre hojuelas, sin embargo, la realidad política, social y económica del país hizo lo suyo para que lo plasmado en papel no fuese seguido al pie de la letra y se dieran diversas irregularidades, algunas de ellas muy graves y que recuerdan a la actual corrupción que padecen nuestras instituciones de seguridad pública.
A pesar de depender del Ministerio de Gobernación, tener un inspector general que los supervisaba, y un extenso reglamento que normaba todas sus actividades desde el reclutamiento hasta el cese de sus miembros, pasando por los sueldos, facultades, vestimenta, etc., la institución de la policía rural padeció de los mismos defectos que sufrían otras corporaciones porfirianas, tales como la excesiva centralización, por lo que en muchas ocasiones los rurales perdieron la iniciativa, limitándose a esperar ordenes del centro del país.
Por ejemplo, los sueldos de los efectivos de esta institución eran, por lo general, iguales o superiores a los de sus contrapartes pertenecientes al ejército regular —aunque algunas veces por irregularidades de los oficiales éstos se veían considerablemente disminuidos—, no obstante lo cual, la tasa de deserción era sumamente elevada.
Por lo general, se acusó a sus miembros de ser ebrios consuetudinarios[1], bandidos, ignorantes y abusivos, epítetos que si bien muchos de ellos merecían, no podían generalizarse a todos los efectivos de la institución, pues hubo notables charros mexicanos que cumplían con su deber y fueron el orgullo de la organización. Eran éstos quienes, por lo general, aparecían en los desfiles.
Las deficiencias de hábitos, educación y origen de muchos rurales, se acentuaban por la política que Vanderwood llamó de “manga ancha”, que permitía pasar por alto las irregularidades cometidas tanto por oficiales como por rurales rasos, con el único fin de mantener la lealtad del cuerpo.
¿Por qué sucedía esto? Pues de acuerdo al citado Vanderwood, debido a que “los rurales no sólo contribuían a la conservación de la paz interior, sino que también eran un factor de estabilidad política para la dictadura, se les permitía un amplio margen de la interpretación de lo que se consideraba el cumplimiento de su deber”.
Lo anterior derivaba en el incumplimiento del deber, así como en numerosos abusos. Esta política fue la que les labró una pésima fama entre la población rural.
Conclusiones
Aunque la policía rural apareció para realizar funciones bien específicas de acuerdo a la época y problemas de su contexto, lo cierto es que, lamentablemente, la actuación de muchos de sus miembros mancharon el brillo de una institución que tenía como consigna el mantenimiento de la paz en el México rural de la etapa Porfirista.
Además, los rurales en muchas ocasiones terminaron bajo el mando de los jefes políticos, otro elemento de la administración porfirista que causó profundos agravios a la sociedad de la época.
Preguntas frecuentes sobre la policía rural de Porfirio Díaz
¿Cuál fue el origen de la policía rural?
La policía rural, conocida como “Los Rurales”, se originó a partir de la guardia de seguridad creada el 16 de enero de 1857 y fue formalmente establecida el 6 de mayo de 1861 para la seguridad de los caminos.
¿Qué papel jugaron los rurales durante el Porfiriato?
Durante el Porfiriato, los rurales recibieron mayor apoyo y se convirtieron en una fuerza clave para mantener el orden en el campo, ayudando a consolidar el régimen de Porfirio Díaz.
¿Cuáles eran los objetivos de la policía rural?
Los objetivos incluían exterminar el bandolerismo, mantener el orden en el ámbito rural, y prevenir que los soldados ociosos se unieran a bandas de bandidos.
¿Qué requisitos debían cumplir los aspirantes a rurales?
Los aspirantes debían ser ciudadanos mexicanos, tener buena conducta, saber leer y escribir, tener entre 20 y 50 años, ser diestros en el manejo del caballo, y presentar un fiador.
¿Cuáles fueron algunas de las deficiencias de la policía rural?
A pesar de su reglamentación, la policía rural sufrió de corrupción, excesiva centralización, y una alta tasa de deserción, lo que llevó a numerosos abusos y una mala reputación entre la población rural.
Referencias
[1] El art. 18º del cap. IV prohibía expresamente la ebriedad: “Todas las personas que pertenezcan a las fuerzas de policía rural, observarán siempre una conducta digna. Les está absolutamente prohibido, entrar a las tabernas y pulquerías con el objeto de tomar bebidas embriagantes […]”.
VANDERWOOD, Paul J., Los rurales mexicanos, México, Fondo de Cultura Económica, 1981, 247 pp.
Todas las imágenes contenidas en este artículo fueron obtenidas de la obra de Vanderwood, arriba citada.
Para saber más
“Agentes asesinados iban por red de funcionarios”, El Economista, 25 de junio de 2012: http://eleconomista.com.mx/sociedad/2012/06/25/agentes-asesinados-iban-red-funcionarios
ARROYO GARCÍA, Israel, “El péndulo: consenso y coacción a través de la intervención federal en México, Brasil y Argentina”, en, Ricardo FORTE y Guillermo GUAJARDO (Coords.) Consenso y coacción: estado e instrumentos de control político y social en México y América Latina, siglos XIX y XX, México, Centro de Estudios Históricos, El Colegio Mexiquense, 2000, pp. 359-387.
LUNA ARGUDÍN, María, “Entre la convención y el consenso: el Presidente, el Congreso de la Unión y la intervención federal en los estados”, en Ricardo FORTE y Guillermo GUAJARDO (Coords.) Consenso y coacción: estado e instrumentos de control político y social en México y América Latina, siglos XIX y XX, México, Centro de Estudios Históricos, El Colegio Mexiquense, 2000, pp. 359-387.
SÁNCHEZ ROJAS, Luis Ignacio, Veracruz: Fuerzas armadas y gobernabilidad durante el Porfiriato (1876-1907), Monografía para obtener el grado de Licenciado en Historia, Universidad Veracruzana, Xalapa, Veracruz, 2009, 121 pp.
VANDERWOOD, Paul J., Los rurales mexicanos, México, Fondo de Cultura Económica, 1981, 247 pp.
Reglamento para el servicio de la policía rural.
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