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El palacio de Lecumberri: La temida cárcel porfiriana

El palacio de Lecumberri: La temida cárcel porfiriana

El palacio de Lecumberri es un edificio de imponente arquitectura que se levanta orgullos en la Ciudad de México. Originalmente se construyó para fungir como una penitenciaría, pero hoy resguarda la memoria histórica de México: El Archivo General de la Nación.

¿Por qué escribir sobre el palacio de Lecumberri?

Estoy seguro (o casi) de que los usuarios e investigadores que visitan por vez primera el AGN (Archivo General de la Nación) en busca de fuentes y materiales para llevar a cabo sus estudios, deben de quedar impresionados con la imagen que proyecta el Palacio de Lecumberri por diversos motivos.

El más importante de estos motivos debe ser, sin duda, el tamaño y solidez que proyecta el edificio y que, al poseer ciertos rasgos que recuerdan a una edificación militar, lo dotan de un “aire” o sensación de rigurosidad y disciplina.

La sensación al interior del edificio no cambia, y no solo se mantiene, sino que se enfatiza. Sus gruesas paredes y altos techos hacen que la atmósfera del lugar sea considerablemente fría.

Por tanto, lo primero que uno se pregunta (al menos yo lo hice) es si en verdad el AGN siempre se encontró resguardado en dicha construcción o, por lo contrario, ya antes se le había dado otro uso a tan imponente estructura.

Y en efecto, el edificio fue levantado con un objeto por completo distinto: el de fungir como la Penitenciaría del Distrito Federal , el que se inauguró el 29 de septiembre de 1900, en los albores del nuevo siglo y en plena era porfiriana.

El contexto porfiriano del Palacio de Lecumberri

La épica sin duda influyó en la construcción y diseño del palacio de Lecumberri. Debe recordarse que la época porfiriana se caracterizó por la “paz y el progreso” que, gracias al general Porfirio Díaz, se habían establecido en México.

Esta coyuntura permitió la anhelada estabilidad política y económica que tanto necesitaba nuestro país para emprender el camino del siempre mencionado progreso. De esta manera fue que comenzaron a llegar las inversiones y a realizarse grandes obras públicas en beneficio de la sociedad.

Los ferrocarriles, los puertos, los puentes y el mejoramiento de los caminos son todos ejemplos de esta etapa porfirista. También son ejemplos de dicha época enormes obras como el Gran Canal del Desagüe en la ciudad de México, el Manicomio de la Castañeda y, por supuesto, el edificio que ahora nos ocupa: la Penitenciaría del Distrito Federal, que se inauguró, como ya queda dicho, en septiembre de 1900, “bajo un plan integral en el que se implementaban los últimos avances de las ciencias punitivas y de la arquitectura”.

El sistema Crofton en el Palacio Negro de Lecumberri

De acuerdo con los avances y conocimientos de la época, se estableció para la vigilancia de los presos en el palacio de Lecumberri, el sistema Crofton, llamado así en honor a Sir William Crofton, quien desarrolló un programa de asistencia al reo con el objetivo de reintegrarlo a la sociedad civil.

Dicho programa, que se aplicaba sólo a aquellos individuos sentenciados a condenas mayores a cinco años, consistía en que los presos pasaran el primer tercio de su tiempo en rigurosa incomunicación, bajo el régimen celular.

La siguiente fase consistía en hacer que los presos que habían pasado su periodo de incomunicación se integraran a los talleres para trabajar en común.

Finalmente, la tercera fase, que correspondía al último tercio de la sentencia, consistía en que los presos podían empezar a disfrutar de su libertad preparatoria, saliendo a trabajar durante el día y entrando a la prisión durante la noche.

El diseño del edificio estaba basado en el concepto del “panóptico” ideado por Jeremías Bentham, según el cual todas las celdas, organizadas en crujías que formaban los siete brazos de una estrella, eran vigiladas fácilmente desde un punto central.

El diseño arquitectónico del palacio de Lecumberri

Además de lo anterior, el sistema Crofton también consideró la manera en que las prisiones debían de ser construidas, con el objeto de ejercer el mayor control posible.

De esta manera, se implementó el concepto del «panóptico», ideado por filósofo y jurista inglés Jeremías Bentham a finales del siglo XVIII.

La premisa principal del panóptico es la de la vigilancia constante, eficiente y total de los presos. Después de todo, panóptico proviene de las raíces griegas pan (todo) y optikon (ver), que nos remiten, precisamente, a la una visión completa o total de algo o sobre algo.

De esta manera, en una penitenciaría de estilo panóptico, las celdas o espacios de confinamiento se organizan en torno a un punto central desde el cual se puede observar a todos los reclusos sin que ellos sepan si están siendo vigilados en un momento dado.

La disposición arquitectónica típica es circular o en forma de anillo, con las celdas dispuestas en torno a un patio central o una torre de vigilancia. Este diseño permite que un solo guardia o supervisor pueda controlar a un gran número de personas sin necesidad de estar presente en cada celda de manera individual.

Puedes observar el diseño arquitectónico de estilo panóptico en la foto de abajo, que corresponde al implementado en el palacio de Lecumberri.

Plano arquitectónico del Palacio de Lecumberri, hoy Archivo General de la Nación de México.
Plano arquitectónico original del palacio de Lecumberri. Fuente: AGN.
Vista área de la torre central de vigilancia (o panóptico) del palacio de Lecumberri.
Los reos del primer periodo, en 1900, se mantenían en el mayor aislamiento. Aquí se aprecia el llamado patio celular de ejercicio, donde los presos podían estirar las piernas, pero siempre en solitario. Fuente. AGN.

La conversión a «Palacio Negro» y otros datos

Con Lecumberri funcionando, se pudo pensar en el gradual desalojo de la antigua cárcel de Belén, pues los sentenciados en ésta fueron trasladados a la nueva penitenciaría hasta que, en 1933, ya con Belén completamente desalojada, fue que pasó a convertirse en una cárcel preventiva y correccional.

Otro dato interesante, es que hasta antes de 1945 Lecumberri fue una cárcel mixta, cuestión que cambió ese mismo año con la puesta en servicio de la Cárcel para Mujeres, lo que convirtió a la Penitenciaría del Distrito Federal en una cárcel exclusivamente para hombres, cosa que a los internos no debió de agradar demasiado (aunque tampoco se encontraban ahí para ser complacidos, si hay que decirlo).

Sin embargo y al paso del tiempo, la que había sido una prisión con un sistema penitenciario de punta, comenzó a transformarse en una cárcel superpoblada a la que tuvieron que hacerse diversas adhesiones para solucionar los problemas de hacinamiento. “De esta forma, aunque el edificio siguiera en pie, aquella cárcel moderna de principios de siglo XX comenzó un inevitable proceso de descomposición”.

Este proceso llegó a su punto máximo durante el régimen de Miguel Alemán, quien gobernó México de 1946 a 1952 y bajo cuyo mandato se introdujo en el Código Civil el delito de “disolución social”, lo que permitió encarcelar a muchos individuos por sus ideas políticas, provocando que se le diera a Lecumberri el mote de el “Palacio Negro”.

Dicho delito agravó los de por sí ya agudos problemas de hacinamiento en la prisión de manera tal que, al momento de su clausura, la población de presos había superado en diez veces la capacidad inicial del edificio.

El fin del Palacio Negro de Lecumberri

La desocupación de Lecumberri comenzó un domingo 1 de agosto de 1976. La Penitenciaría de Lecumberri, luego Cárcel Preventiva de la Ciudad, la cual había estado abierta por 75 años, había llegado a su fin.

La decisión de cerrar Lecumberri no fue repentina. A lo largo de los años, el edificio había sufrido deterioro y sobrepoblación. Las condiciones de vida para los reclusos eran difíciles, y las críticas aumentaron.

El legado del palacio de Lecumberri: El Archivo General de la Nación

A pesar de su cierre, Lecumberri sigue siendo un lugar de interés histórico y cultural. En 1980, se inauguró el Archivo General de la Nación en parte de sus instalaciones. Este archivo alberga documentos y registros fundamentales para la historia de México.

Además, el edificio en sí mismo es un testimonio tangible de la arquitectura penitenciaria y de la época en la que vivió.

Personajes famosos que pasaron algún tiempo (aunque fuese breve) en el Palacio de Lecumberri

  1. Francisco «Pancho» Villa: Líder revolucionario, estuvo preso allí brevemente en 1912.
  2. David Alfaro Siqueiros: Famoso muralista mexicano, fue encarcelado en Lecumberri por su activismo político.
  3. José Revueltas: Escritor y activista político, pasó varios periodos en Lecumberri, incluyendo después del movimiento estudiantil de 1968.
  4. Gregorio «Goyo» Cárdenas Hernández: Conocido como «El estrangulador de Tacuba», fue un famoso asesino serial.
  5. Álvaro Mutis: Escritor colombiano-mexicano, estuvo preso por malversación de fondos.
  6. William Burroughs: Escritor estadounidense, encarcelado brevemente por posesión de drogas.
  7. Demetrio Vallejo: Líder sindical ferrocarrilero, pasó varios años en Lecumberri por su activismo.
  8. Valentín Campa: Otro líder sindical y político comunista que fue preso político en Lecumberri.
  9. Heberto Castillo: Ingeniero y político, fue encarcelado después del movimiento estudiantil de 1968.
  10. Ramón Mercader: El asesino de León Trotsky, cumplió su sentencia en Lecumberri.

Francisco I. Madero y el palacio de Lecumberri

Ya vimos algunos personajes destacados que fueron huéspedes en el palacio de Lecumberri, pero posiblemente el más importante y trágico de ellos fue Francisco I. Madero.

Madero fue hecho y preso y conducido al palacio de Lecumberri al culminar el hecho histórico que conocemos como la Decena Trágica.

A pesar de todos los intentos y del pacto de que Madero y el vicepresidente, Pino Suárez, no sufrieran violencia, y que su vida se respetaría, se sabe que Victoriano Huerta ordenó el asesinato de ambos personajes.

El crimen se consumó a las afueras del palacio de Lecumberri, con el pretexto de que los presos habrían tratado de huir.

Este hecho marcó un punto de inflexión en el periodo de la Revolución Mexicana.

Galería de fotos del palacio de Lecumberri

Vista frontal del palacio de Lecumberri.
Reparto de comida a presos en el palacio de Lecumberri.
Presos formados en filas y columnas en el palacio de Lecumberri.
Presos y celdas abiertas en el palacio de Lecumberri.
Uno de los pasillos del palacio de Lecumberri.
Posiblemente un día de visita en uno de los pasillos del palacio de Lecumberri.

Preguntas frecuentes sobre el palacio de Lecumberri

¿Qué es el Palacio de Lecumberri?

Originalmente, fue construido como la Penitenciaría del Distrito Federal en 1900 durante el Porfiriato. Hoy en día, alberga el Archivo General de la Nación.

¿Cómo era el contexto porfiriano del Palacio de Lecumberri?

Durante el Porfiriato, México experimentó estabilidad política y económica.
Grandes obras públicas, como el palacio, se llevaron a cabo en esta época.

¿Qué sistema de vigilancia se implementó en Lecumberri?

Se utilizó el sistema Crofton, que permitía la reintegración gradual de los presos a la sociedad. Las celdas estaban organizadas en un diseño arquitectónico basado en el concepto del “panóptico”.

¿Cómo se convirtió en el “Palacio Negro”?

Durante el régimen de Miguel Alemán, se encarceló a personas por sus ideas políticas, exacerbando el hacinamiento. Lecumberri se ganó el apodo de “Palacio Negro”.

¿Cuál fue su destino final?

En 1976, la penitenciaría cerró sus puertas después de 75 años de funcionamiento. Aunque ya no es una prisión, su imponente arquitectura sigue cautivando a quienes la visitan.


Nota: La información e imágenes utilizadas para este post fueron tomadas de la exposición El Archivo General de la Nación: Nuestro presente, pasado y futuro, que se exhibió durante 2012 en el mismo AGN (dirección: Eduardo Molina 113, esquina con Albañiles, Col. Penitenciaría Ampliación, [entrada por Héroe de Nacozari], Deleg. Venustiano Carranza, C.P. 15350, México, D.F. Tel 51 33 99 00).

Luis Ignacio Sánchez Rojas

Candidato a doctor en historia por la UNAM. Ha abordado la política y las fuerzas armadas del siglo XIX y principios del XX, con especial énfasis en el Porfiriato. Entusiasta de la tecnología y los videojuegos.

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