//doostozoa.net/4/7428065

La diversidad religiosa durante el Porfiriato

La diversidad religiosa durante el Porfiriato

La diversidad religiosa durante el Porfiriato fue un tema sumamente candente, que enfrente a diversos sectores de la sociedad, durante este también convulso periodo de la historia de México

A lo largo de este artículo, exploraremos cómo la diversidad religiosa floreció y evolucionó en un contexto político y social marcado por la estabilidad y el autoritarismo, así como los desafíos y tensiones que surgieron entre diferentes tradiciones religiosas en esta época.

Las denominaciones protestantes misioneras

El fenómeno religioso conocido como “protestantismo”, nacido en Alemania durante el
siglo XVI de la mano de Martín Lutero, fue un fenómeno plural y heterogéneo dentro del
cual se fortalecieron una gran cantidad de religiosidades con creencias y prácticas
particulares diferenciadas entre sí y en disidencia con la religión dominante, la católica.1

Ya durante la segunda mitad del siglo XIX, las denominaciones religiosas desprendidas del cisma y que para ese momento estaban establecidas en Estados Unidos, comenzaron a difundirse en México gracias a la ley federal de tolerancia de cultos de 1860.

Dicha ley, dada a conocer por el entonces presidente Benito Juárez, protegió dentro de un marco jurídico el ejercicio del “culto público” de cualquier religión que se estableciera en el país, con ella también se superaron, en el papel, las discusiones en torno a permitir o no la “tolerancia religiosa” hacia individuos que se sabía profesaban una religión diferente, pero que no contaban con la libertad de ejercer su religiosidad de manera pública.

A partir de 1872, gracias al total apoyo que las misiones extranjeras recibieron del presidente de México Sebastian Lerdo de Tejada, llegaron a la nación mexicana la Junta Americana de los Comisionados para las Misiones Extranjeras de la Iglesia Congregacional (1872), la Sociedad Misionera para la Iglesia Presbiteriana del Norte de Estados Unidos (1872), la Sociedad Misionera de la Iglesia Metodista Episcopal del Sur de Estados Unidos (1873), la Sociedad Misionera de la Iglesia Metodista Episcopal del Norte de Estados Unidos (1873) y la Sociedad Misionera de la Iglesia Presbiteriana del Sur de Estados Unidos (1874).2

Expansión del protestantismo

Las denominaciones misioneras, que hasta 1877 se habían concentrado prácticamente en el valle de México y en la región minera de Zacatecas y Nuevo León, se diseminaron con relativo éxito durante los diez primeros años del Porfiriato gracias a la aparente paz que trajo consigo la estabilidad política del régimen, a pesar de la oposición del clero católico.

Debido a ciertos factores como, la presencia de un catolicismo débil, la incipiente producción agrícola o la modernización de las pequeñas ciudades mineras y ganaderas, estas iglesias cuparon las regiones de las Huastecas (1879), el Golfo de México (1880), el Pacífico norte y el Pacífico Sur (1880), la sierra de Puebla (1880) y el centro y sur de Tlaxcala (1885).3

En el norte (Coahuila, Sonora, Chihuahua, Nuevo León) contaron con una modernización económica basada en la minería y en la agricultura en expansión, donde además hubo una red ferroviaria que contribuyó al crecimiento de las minas, a la agricultura de exportación, mientras que otro factor fue una poca presencia del clero católico.4

En los estados de la Huasteca (norte de Veracruz, sur de Tamaulipas, Sierra Gorda de Querétaro, partes de San Luis Potosí, Hidalgo y Puebla) se diseminaron en torno a la industria textilera, a una creciente ganadería en vías de modernización y cultivos de exportación de carácter tropical. Mientras que en la región del Golfo y Caribe (Veracruz, Orizaba y Jalapa), se propagaron debido a su actividad agrícola exportadora de productos tropicales incentivada por una población ranchera.

Finalmente, en la región del México Central y sus prolongaciones (Zitácuaro, el centro y sur de Tlaxcala, norte de Guanajuato, El Bajío, El Balsas, Guerrero, Estado de México, centro y sur de Morelos) se propagaron de acuerdo con cinco factores: las luchas agrarias entre haciendas y comunidades rurales, el crecimiento textilero y la proletarización de los trabajadores, la tradición liberal anticatólica, el auge de economías rancheras de corte moderno y las posiciones geopolíticas regionales, además de una gran movilidad demográfica.5

Con forme avanzaba la ocupación del territorio mexicano, las denominaciones protestantes crearon una red de periódicos, establecieron imprentas, consolidaron una red escolar formada por escuelas primarias, secundarias, normales, teológicas y escuelas técnicas de artes y oficios (para mujeres y para hombres), además de la fundación de hospitales y centros de beneficencia.

Los líderes extranjeros y la identidad protestante mexicana

Los líderes de estos espacios educativos y religiosos fueron misioneros extranjeros, los
cuales fueron apoyados por una red de protestantes nacionales que mantuvieron y
propiciaron una relación de amistad con Porfirio Díaz. La mayoría de ellos fueron hombres
formados en las universidades de los Estados Unidos qué, motivados por las campañas
evangélicas durante la primera mitad del siglo XIX, llegaron a México con un pensamiento
misionero apoyado en la doctrina del “destino manifiesto” por medio de la cual se creyeron
elegidos para salvar a los pueblos del catolicismo, doctrina religiosa a la cual vieron como
sinónimo de atraso material y cultural de las naciones.

No obstante, una vez que estas iglesias estuvieron consolidadas en México, los
líderes protestantes nacionales desarrollaron formas propias de entender el nuevo modelo
evangélico al cual se adhirieron, adquiriendo características propias del contexto nacional
apegadas al anticlericalismo, anticatolicismo y al liberalismo radical que reinterpretó las
ideas liberales de Benito Juárez desde una perspectiva religiosa expresada a través de una
“religiosidad cívica”. Por medio de esta identidad nacional liberal-religiosa protestante,
estas denominaciones pudieron articular ciertos argumentos para defenderse de las
acusaciones que el clero católico esgrimía en contra de ellos, como la de ser elementos del
extranjerismo y, por lo tanto, estar al servicio de Estados Unidos.

El malestar católico

Ante la conciencia del avance del protestantismo y de las doctrinas liberales en general en México, el Papa Pío IX (1846-1878) inició una política intransigente por medio de la publicación de la encíclica Quanta Cura y el Syllabus (1864), donde condenó de manera enérgica el protestantismo, el liberalismo, la enseñanza laica, la desamortización y la separación de la Iglesia y el Estado.

Su sucesor, el Papa León XIII, hizo lo propio y trató de contrarrestar la incursión del protestantismo siguiendo los lineamientos de la Rerum Novarum (1891), 6 creando relaciones de cordialidad con Porfirio Díaz para poder fortalecer su presencia en la sociedad dando cierto margen de acción a las leyes constitucionales.

Las recomendaciones a la sociedad católica fueron, evitar cualquier contacto de los fieles y sacerdotes con los protestantes, prohibir a “las parteras heterodoxas asistieran a mujeres católicas, que los maestros mezclaran a los niños católicos con los herejes y que los católicos prestaran servicios domésticos en las casas donde se pusiera en peligro su fe o sus costumbres”. Mientras que calificó a las doctrinas protestantes como “agentes del extranjerismo” para lograr una intervención ideológica y económica de los Estados Unidos en México.7

El apoyo del protestantismo a Porfirio Díaz

Con las garantías ofrecidas por las leyes y a pesar de la oposición de la Iglesia católica, las
iglesias protestantes pudieron adquirir bienes raíces, abrieron espacios escolares y de salud,
además de sociedades culturales y de ayuda mutua, cuya labor estuvo encaminada a
delinear su estilo de vida ascético y acercar a un mayor número de fieles católicos a las filas
del protestantismo.

Al igual que la Iglesia católica, los líderes de las denominaciones misioneras
aprovecharon la deferencia que el presidente Porfirio Díaz les había concedido y la
aplicación laxa de las Leyes de Reforma para fortalecer su presencia dentro de la sociedad,8
mientras que demostraron abiertamente su respeto hacia el presidente y las autoridades
federales y estatales. Tal actitud les ayudó a fortalecer sus vínculos con las autoridades para
lograr las prebendas, protección y el auxilio de las mismas.

En 1892, por ejemplo, el líder metodista Guillermo Butler publicó su libro Mexico in
Transition
en el que alabó de manera incondicional la política de Porfirio Díaz, su obra de
regeneración económica de la nación y su esfuerzo por consolidar la paz y el progreso,
toda vez que reconoció su labor en favor de la separación del Estado y la Iglesia sin dejar
de prodigar elogios al «incorruptible y admirable» presidente de México;9 mientras que en
1894 el obispo Henry Forrester, representante en México de la Iglesia Episcopal
Americana, expresó por medio de su periódico La Buena Lid su complacencia por la

administración porfirista, asegurándole que la iglesia hacía fervientes votos para que
siguiera al frente de la nación por el bien de la patria. En respuesta, el presidente se dirigió
al cuerpo de gobierno de la iglesia para agradecer las felicitaciones con motivo del año
nuevo, terminando la nota afirmando ser «servidor y amigo».10

No sería la única vez en la que Forrester elogiaría la administración de Díaz, como
mexicano de corazón, como se autodenominaba, no pudo dejar de reconocer el progreso de
su país adoptivo, puesto que a sus ojos el gobierno mexicano se encontraba en el mejor
momento económico gracias a la administración del genio financiero, el secretario de
hacienda José Yves Limantour, quien había logrado reducir la deuda extranjera.

De igual manera elogió que el gobierno hubiera disminuido las contribuciones
gravosas a los extranjeros, que hubiera aumentado las líneas del ferrocarril y que estuviera
llevando a cabo mejoras públicas como el sistema de drenaje de la Ciudad de México, que
estaba casi concluido. Para el obispo Forrester, Porfirio Díaz era el hacedor de todo el
progreso y uno de los más grandes hombres de Estado en el mundo, asegurando que en las
próximas elecciones resultaría reelecto, puesto que ningún hombre en México había hecho
tanto por el país como lo había hecho él.11

Sobre los problemas del régimen

Si bien los extranjeros habían ofrecido en el exterior la falsa idea de que México era un
país con vastos recursos económicos y que gracias a ello gozaba de una prosperidad
inigualable, las apreciaciones de los líderes protestantes no retrataban el hecho de que
debido a las concesiones que Díaz había otorgado a las empresas extranjeras para invertir
en los ferrocarriles, en las haciendas, en las minas y en los bancos, se sacrificó el beneficio
de los nacionales.

Las clases subalternas, quienes sufrieron una serie de desigualdades sociales como
consecuencia de que no los alcanzó la distribución de la riqueza y los beneficios
económicos que tanto se prodigaban.

Los indígenas, enfrentaron el despojo de sus tierras por parte de las compañías
deslindadoras muchas de las cuales cayeron en manos de las haciendas donde no tuvieron otra alternativa que emplearse, siendo sometidos a un inhumano sistema de trabajo de sol a
sol, atados ellos y sus descendientes de por vida a las tiendas de raya, bajo un sueldo
miserable, una mala alimentación, y viviendo en condiciones insalubres.

En las mismas condiciones se encontraban los trabajadores en las minas y las
fábricas textileras quienes no tuvieron derecho a un día de descanso, toda vez que su
salario era menor al que percibía un extranjero, debiendo absorber ellos mismos cualquier
accidente de trabajo que les ocurriera.12

Los líderes extranjeros y nacionales protestantes tampoco levantaron la voz por la
omisión de las autoridades estatales y federales ante estos abusos, mientras que cuando lo
hicieron fue en beneficio de los empleadores y hacendados. Lo anterior a diferencia de la
prensa de oposición que dio a conocer estas injusticias y de aquellos otros que se atrevieron
a levantarse en armas e irse a huelga para recuperar sus tierras, evidenciar los malos tratos
y las precarias condiciones de vida y de trabajo a los que eran sometidos.

Si bien pocos fueron asesinados, otros más fueron puestos en prisión, mientras que
otros, como los Yaquis y los Mayos de Sonora, fueron sometidos, despojados de sus tierras
y enviados a las haciendas henequeneras de Yucatán donde fueron casi exterminados.

Aunque algunos periódicos, entre ellos La Buena Lid, llegaron a reconocer que los
problemas sociales de la nación mexicana se debían principalmente a que las grandes
empresas, las grandes negociaciones y el comercio de importancia se encontraban en
manos de los extranjeros, su crítica no alcanzó para oponerse a las condiciones que estas
circunstancias generaban en los empleados.

En su lugar, culpó de ello a la Iglesia católica y a la misma sociedad mexicana a la
que no le gustaba el trabajo, se alcoholizaba, vivía al día, se endrogaba a pesar de que
apenas sobrevivía con su salario y no quería cultivar la tierra por considerar a esta
ocupación como un trabajo deshonroso, prefiriendo vivir de los préstamos.

A pesar de que la publicación consideró que el trabajo era sinónimo de progreso, en
realidad, no demostró una preocupación evidente por atender y dar una solución viable al
problema de la falta de empleos, de los bajos salarios, ni las condiciones denigrantes en las
que se encontraban esos trabajadores del campo a los cuales hacían alusión.13

Respecto de la persecución y represión en contra de la prensa política de oposición,
aunque El Abogado reconoció su existencia y tampoco ignoró que hubiera periodistas que
habían sido encarcelados, aseguró que esta situación era lamentable solo para el gobierno,
puesto que lo único que esta prensa pretendía era «crear mártires que hacen el papel de
víctimas».14

Para la publicación metodista, tanto los periodistas como la prensa refractaria
política, no valían lo suficiente para que el gobierno arriesgara su imagen, sobre todo,
cuando estos mártires militaban en las filas de los partidos retrógrados y reaccionarios
contrarios a las instituciones democráticas y que solamente explotaban tales situaciones
como el haber sido encarcelados para perjudicar al gobierno. Para El Abogado «era darle a
la cosa en sí una importancia que en realidad no tiene ni podrá tener», además de hacer una
glorificación y apoteosis de aquellos que se decían perseguidos.15

La política de conciliación del Porfiriato

Con respecto a la política de conciliación llevada a cabo entre Díaz y la Iglesia católica, la
prensa protestante dirigió sus críticas a la institución católica antes que a la figura
presidencial. El periódico La Buena Lid la acusó de querer aprovecharse de la mano amiga
del presidente para fortalecerse y violar de esta manera las Leyes de Reforma al realizar
actos de culto externo con toda pompa. Con motivo de la visita del nuncio apostólico
Monseñor Averardi en 1896, el periódico expuso que era un plan del papa León XIII para
restablecer las relaciones diplomáticas aprovechando la disposición de Díaz.

Exaltó la figura del presidente como un «ilustre patriota, liberal por excelencia, que
lideraba un régimen constitucional», insinuando con ello, que pese a que Díaz propiciara un
acercamiento, había límites legalmente constituidos que impedirían que la Iglesia volviera a
consolidar su poder como de antaño.

Si bien reconoció que gracias a Díaz el país antes turbulento gozaba ahora de perfecta
tranquilidad por su tolerancia liberal, permitiendo que las órdenes religiosas volvieran a
reconstruirse, se mostró seguro de que el presidente no permitiría que ello alterara la paz y
la tranquilidad de la nación.16

El periódico deslindó a Díaz de tener las intenciones de privilegiar a la institución
católica, toda vez que culpó a esta última, particularmente al clero de Puebla, por querer
demostrar a toda costa «que es de los suyos el mismísimo General Díaz […]», de quien dijo
«es la figura más prominente de la masonería en México, el valiente soldado de la Reforma
que empuñó su brillante acero para defender a la Patria contra el monarca extranjero de los
conservadores, la Patria a quien ha dado tantos días de gloria y de quien es su hijo
predilecto».17

Aunque reconoció que el clero de México siempre había hecho política coartando las
libertades individuales y favoreciendo las intervenciones extranjeras, demostrando con ello
una conducta antipatriótica, se mostró seguro de que Díaz sabría reconocer esta actitud y
frenarla18 en aras de «borrar los rencores políticos para el mayor engrandecimiento de la
patria».19

El alcance de la obra periodística protestante

Las denominaciones protestantes además se dieron a la tarea de crear una serie de
periódicos a manera de estrategia y vehículo para lograr la evangelización de la sociedad.
Las primeras publicaciones periódicas aparecieron en el espacio público durante la primera
mitad del siglo XIX con el propósito de diseminar las particulares doctrinas de las diversas
denominaciones y ser una competencia directa en materia religiosa de las publicaciones
católicas.

En un inicio fueron hojas volantes que «los mismos misioneros redactaron, pararon
el tipo y tiraron […] en pequeñas imprentas y en prensas de mano». 20 Al paso del tiempo,
comenzaron a establecer imprentas donde se imprimieron los primeros periódicos vistos
como una herramienta de difusión religiosa.21

Los más conocidos fueron El Abogado Cristiano (metodista episcopal), El Faro
(presbiteriano), El Evangelista Mexicano (metodista sureño), El Bautista (bautista), no
obstante, su número llegó a casi un centenar, editados todos ellos durante el periodo
porfirista lo cual nos habla de que tuvieron plena libertad de imprenta y pudieron
desarrollar su quehacer periodístico sin ninguna restricción de parte del régimen porfirista.
Lo anterior es comprensible porque apoyaron a Díaz en materia política.

Diversidad religiosa durante el Porfiriato

Estos periódicos fueron, como órganos oficiales de las misiones, ganaron presencia
en una sociedad mayoritariamente católica al ofrecer un producto cristiano y moderno en
carácter ideológico, de contenido y material, la cual fue un instrumento de opinión pública
mediante el cual los sectores sociales que participaron de su lectura se involucraron en una
serie de opiniones de tipo social, económico, político y cultural.

Sobre los contenidos, a la manera en que lo hizo el periodismo secular, la prensa
evangélica trató de ilustrar y formar a los nuevos ciudadanos elevando su cultura por medio
de los temas expuestos, mientras que a los sectores iletrados, que lo eran la mayoría, los
motivaron por medio de la presentación de periódicos ilustrados esperando con ello llamar
su atención para revertir su apatía por la lectura y, finalmente, lograr su acercamiento a las
nuevas formas de religiosidad protestante.

Como ya se mencionó, las denominaciones, por medio de sus órganos oficiales,
asumieron una postura gobiernista alineándose a Porfirio Díaz, a Francisco I. Madero e
incluso a Vitoriano Huerta, mientras que condenaron a los individuos que a título personal
se enlistaron en los levantamientos armados bajo el argumento de que los cristianos debían
respetar a las autoridades constituidas y solucionar los conflictos mediante el diálogo.

En este sentido, culparon a Iglesia católica de ser la causante de todos los problemas
sociales, alineándose, en todo caso, al Estado porfirista para subsanar en alguna medida
estas problemáticas por medio del fomento a la educación, el combate de los vicios, el amor
por el trabajo y la moralización de las costumbres, justificando, incluso, la política de
represión del régimen en contra de los sectores subalternos en aras de privilegiar la paz y el
orden establecidos.

Finalmente, los órganos periodísticos protestantes protagonizaron una serie de
enfrentamientos que terminaron por desgastar las relaciones entre denominaciones, los
cuales tuvieron que ver con temas doctrinales.

Conclusiones de la diversidad religiosa durante el Porfiriato

El protestantismo misionero en México se constituyó como el elemento más eficaz para dar
a conocer las doctrinas protestantes y ser un vehículo de cambio cultural para aquellos
individuos interesados en sus ofertas religiosas. En materia política, el protestantismo
misionero y mexicano se alineó a las autoridades en turno, manteniendo una postura hasta
cierto punto condescendiente con las políticas de Estado.

Su actitud de corte liberal moderado, no les permitió constituirse como un espacio
crítico de las injusticias sociales o de los problemas políticos, evitando a toda costa opinar
sobre ellos por ser obedientes de las autoridades constituidas y para no entrar en
confrontación con estas, por este motivo, no fue un gremio periodístico ni antiporfirista ni
revolucionario.

Se mostraron, en todo caso, como un espacio regenerador de una sociedad
necesitada de civilidad, cultura, moral y educación, enfocándose en elevar a los individuos
en la escala social y económica por medio de ciertos valores que les permitirían en algún
momento reconocer sus derechos y obligaciones como ciudadanos y participar de lleno en
la democracia política.

De esta manera, fueron denominaciones protestantes porfiristas y maderistas, y más
adelante respetuosas del gobierno de facto de Victoriano Huerta. Con esta postura
demostraron una enorme capacidad de adaptarse a los problemas que trajo consigo la
inestabilidad político social del régimen porfirista, lo que le valió el no haber sido
reprimida por las autoridades y poder publicar sus periódicos sin ningún inconveniente.

Con respecto a los problemas y controversias entre colegas, que en realidad fueron
un factor colateral de la desunión de las denominaciones al no compartir los mismos puntos
de vista respecto de cuestiones doctrinales y logísticas del trabajo misionero, estos
provocaron que con el correr del tiempo no pudieran llevar a cabo medidas cooperativas
para lograr su unidad.

Surgieron en consecuencia los primeros cismas dentro del protestantismo
denominacional que dieron origen a nuevas iglesias de corte nacionalista que terminaron
por rechazar cualquier injerencia de las misiones extranjeras, tanto en lo económico como
en lo administrativo, dejando en evidencia un fenómeno protestante fracturado.

Finalmente, el acercamiento de Díaz con la Iglesia fue la misma que en general
adoptaron los líderes protestantes misioneros y nacionales en México, quienes deslindaron
a Díaz y acusaron a la Iglesia de aprovecharse de la deferencia que el presidente mostraba a
todas las religiones en favor de no alterar la paz.

Unieron su voz para agradecer a Díaz por haber hecho grandes esfuerzos en poner un
freno a la intolerancia religiosa propiciada por la Iglesia católica, asegurando de que en la
«tierra mexicana, no tendrán lugar las dragonadas de Luis XVI, ni habrá una noche de Saint
Bartholomy, en la patria de Juárez y Porfirio Díaz».22

Referencias de La diversidad religiosa durante el Porfiriato

1 Baubérot, Jean, Historia del protestantismo, México, Biblioteca Nacional de México, 2008, pp. 5-10.
2 Bastian, Jean-Pierre, Los disidentes: Sociedades protestantes y revolución en México, 1872-1911, México,FCE, El COLMEX, 1989. pp. 12-13.

3 Bastian, Los disidentes, pp. 87-143; “El impacto regional de las sociedades religiosas no católicas en
México”, en Relaciones, Núm. 42, primavera de 1990, pp. 49-78.
4 Bastian, Los disidentes, pp. 87-143; “El impacto regional”, pp. 49-78.
5 Bastian, Los disidentes, pp. 87-143; “El impacto regional”, pp. 49-78.

6 Ceballos Ramírez, Manuel, El catolicismo social. Un tercero en discordia. Rerum Novarum, la cuestión
social y la movilización de los católicos mexicanos (1891-1911), México, El COLMEX, 1991.

7 González Navarro, “El Porfirito La vida social”, en Cosío Villegas, Daniel, Historia Moderna de México,
México, Hermes, 1973, pp. 472,474; Valadés, El porfirismo . Historia de un régimen, México, UNAM, 1977,
p. 210.
8 Báez Camargo, Biografía de un templo, México, Sociedad de Estudios Históricos del Metodismo en México,
1998, p. 137; González Navarro, “El Porfiriato”, p. 473.
9 Ortega Aguilar, El Abogado Cristiano ilustrado y El Faro: la prensa protestante de la época ante el
Porfiriato, México, UNAM, Tesis de licenciatura, 2011 pp. 56-57.

10 La Buena Lid, 1 de enero de 1894, p. 2.
11 La Buena Lid, 1 de noviembre de 1895, p. 4.

12 Sayeg Helú, “El Porfirismo. Balance de un régimen”, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas de la
UNAM, 1978, pp. 621-627.
13 La Buena Lid, 1 de diciembre de 1893, p. 5.

14 “Crónica política”, El Abogado Cristiano Ilustrado, 1 de abril de 1886, p. 54.
15 “Crónica política”, El Abogado Cristiano Ilustrado, 1 de abril de 1886, p. 54.
16 “La misión de Monseñor Averardi en México”, La Buena Lid, 1 de enero de 1896, p. 7.

17 La Buena Lid, 1 de agosto de 1895, p. 3. 1 de noviembre de 1898, p. 8.
18 La Buena Lid, 1 de agosto de 1895, p. 3. 1 de noviembre de 1898, p. 8.
19 La Buena Lid, 1 de enero de 1899, p. 4. “El 5 de febrero”, 1 de febrero de 1899, p. 4. 1 de marzo de 1900, pp. 5-7.
20 El Abogado Cristiano, 22 de agosto de 1912, p. 1. Las hojas de volante eran papeles sueltos de carácter
informativo, también llamados “relaciones, nuevas, noticias, sucesos o traslados”, caracterizadas por no tener una periodicidad. Sobre el desarrollo y existencia de estos papeles, consúltese: Ruiz Castañeda, “Periodismo colonial. Las hojas volantes (1541-1700)”, en Luis Reed Torres, María del Carmen Ruiz Castañeda (coordinadores), El periodismo en México: 500 años de historia, México, EDAMEX, 1995, pp. 37-53.
21 El Abogado Cristiano, 22 de agosto de 1912, p. 1.

22 El Abogado Cristiano Ilustrado, 15 de abril de 1896, p. 65.

Preguntas frecuentes sobre La diversidad religiosa durante el Porfiriato

¿Qué fue la diversidad religiosa durante el Porfiriato?

Un tema que enfrentó a diversos sectores de la sociedad mexicana en un contexto de estabilidad y autoritarismo político.

¿Qupe fueron las denominaciones protestantes misioneras?

Las principales iglesias que llegaron a México desde Estados Unidos gracias a la ley de tolerancia de cultos de 1860 y que se expandieron por el territorio nacional con el apoyo de Porfirio Díaz.

¿Cuáles fueron las acciones de los líderes protestantes extranjeros?

Los misioneros que trajeron sus doctrinas y su visión del “destino manifiesto” y los líderes nacionales que desarrollaron formas propias de entender el protestantismo desde una perspectiva liberal y anticatólica.

¿Cómo reaccionó la iglesia católica ante el avance del protestantismo en México?

La reacción de la Iglesia católica ante el avance del protestantismo y las doctrinas liberales, expresada en una política intransigente y una condena al culto público de otras religiones.

¿Cuál fue la actitud de los protestantes frente al gobbierno porfirista?

La postura gobiernista de las iglesias protestantes, que alabaron la obra de Díaz como un factor de progreso, paz y tolerancia, y que evitaron criticar los problemas sociales y políticos del régimen.

¿Qué fue la política de conciliación del Porfiriato?

 acercamiento entre Díaz y la Iglesia católica, que buscó restablecer las relaciones diplomáticas y fortalecer la presencia social de la Iglesia, sin alterar las leyes de Reforma.

¿Cuál fue el alcance de la obra periodística protestante?

La red de periódicos creada por las denominaciones protestantes para difundir sus doctrinas, formar a los nuevos ciudadanos, defenderse de las acusaciones católicas y polemizar entre sí por cuestiones doctrinales

Leticia Mendoza García

La Dra. Leticia Mendoza se ha especializado en política y cultura religiosa en México y América Latina, siglos XIX y XX, abordando temas de política y religión protestante, prensa confesional, mujeres religiosas y migración y conversos al judaísmo. El producto de sus investigaciones ha sido publicado en revistas académicas nacionales e internacionales. Las líneas de investigación que aborda son historia cultural, social y política. Una de sus últimas investigaciones, producto de un posdoctorado financiado por Conacyt, versa sobre la prensa protestante en México, en imprenta bajo el sello de CUPSA (Casa Unida de Publicaciones A. C.). Actualmente desarrolla una investigación sobre los conversos al judaísmo en América Latina y su integración al Estado de Israel.

Deja un comentario