Conversaciones militares: El ideal al que debía aspirar el ejército mexicano según Bernardo Reyes
Las Conversaciones Militares son un ensayo, o tratado militar, escrito en 1879 por el entonces coronel Bernardo Reyes, y hecho circular en los cuerpos del ejército porfiriano para usarlo de apoyo en la educación de los oficiales en formación.
Tabla de contenidos de las Conversaciones Militares de Bernardo Reyes
Antecedentes de la situación del ejército mexicano durante el siglo XIX
Ya he escrito algunos artículos en el que se hace mención acerca de las diversas deficiencias de las que era víctima el ejército mexicano decimonónico. He hablado en la sección Ejército y seguridad, por ejemplo, de la leva y el reclutamiento forzoso, que eran terror de muchos ciudadanos; del higienismo, la salud y las soldaderas del ejército porfiriano, así como de la deportación como castigo a la disidencia al interior de las filas del ejército.
Teniendo estas referencias como telón de fondo, he de hacer hincapié en el hecho de que el ejército mexicano del siglo XIX se encontraba plagado de una serie de irregularidades, deficiencias y «malos hábitos», que hacían que su desempeño y efectividad fueran menos que adecuados.
Se daba la consignación forzosa de reclutas; las entidades enviaban a criminales a las filas; los oficiales inflaban las listas, se quedaban con sueldos y extorsionaban a los soldados. Como consecuencia, los soldados rasos, perdían (si alguna vez lo habían tenido) todo espíritu de cuerpo, su moral estaba relajada y la deserción era un problema recurrente y alarmante.
La sociedad mexicana veía con horror la simple posibilidad de pasar un día sirviendo en el ejército: La leva se usaba como amenaza y castigo para los sectores sociales más desfavorecidos; los militares de más alta graduación se caracterizaron por su prepotencia y venalidad, entre otras linduras que abundaron durante todo el siglo XIX y buena parte del XX.
Desde luego, ni todos los jefes, ni todos los oficiales, ni todos los soldados eran corruptos, robaban haberes ni recurrían a la deserción (respectivamente), pero esos problemas existían y afectaban en buena medida el buen funcionamiento de una institución que debía de trabajar como producto del más hábil relojero suizo, es decir, de manera casi perfecta.
La leva, una de las enfermedades endémicas nacionales – Justo Sierra
Estos problemas no pasaban desapercibidos: La ciudadanía general los notaba, los literatos y periodistas e, incluso, los políticos y militares de las más altas esferas, los conocían. Pero esas voces no eran escuchadas o, si lo eran, sus ecos no lograban superar la prueba del tiempo (ni de la inestabilidad político-económica del país).
Estas cuestiones fueron cambiando de aspecto durante el Porfiriato, periodo en el que personajes como Justo Sierra afirmaría que la “leva, junto con el alcohol y la ignorancia, [constituían la] trinidad de las enfermedades endémicas nacionales”. O Francisco Bulnes, quien respecto al reclutamiento decía que:
Se consignaban al servicio de las armas, por los jefes políticos, a los delincuentes acreedores a arresto mayor o menor, o multa. Ese menudeo, era suficiente para reemplazar las bajas anuales del pequeño ejército, convertido en madriguera de malhechores, en cuanto a la clase de tropa. Para contingentes mayores, las circunstancias los negaban. Cuando antes de la Dictadura los gobernadores de los Estados eran hombres de armas, fieros y audaces, con partido personal y fuerza armada capaz de grandes operaciones, si eran amigos del centro, le enviaban cuerdas de esclavos, cogidos de leva en gran cantidad, y sin que les importara el disgusto de las víctimas.[1]
La experiencia de Bernardo Reyes y su profundo conocimiento del ejército mexicano del siglo XIX
Una de las voces que más que criticar, se preocupó por señalar los defectos de la institución armada y proponer una serie de soluciones, fue la del general Bernardo Reyes.
Iniciado en la vida militar desde temprana edad —él mismo nos dice que desde los 16 años— Reyes prácticamente había pasado toda su vida sirviendo en las filas del ejército, transitando por todos y cada uno de los escalones hasta que, en 1879, ostentaba el grado de coronel en el 6º regimiento de caballería en San Luis Potosí. Por ello, conocía a detalle las virtudes y defectos de la institución que lo había recibido desde su adolescencia.
Las Conversaciones Militares de Bernardo Reyes: Breve análisis de su obra
Consciente de que la tarea de fomentar una mejora en el ejército debía de comenzar de alguna forma, se decidió por escribir un pequeño ensayo (las Conversaciones Militares, de 99 páginas) que abordara lo que para él eran los puntos más importantes en los que tenía que poner especial atención el ministerio de Guerra, si quería fortalecer la moral, disciplina y eficiencia de sus soldados.
Suman un total de trece las problemáticas enunciadas en las Conversaciones Militares:
- I. Ejército.
- II. Moralidad.
- III. Ilustración.
- IV. Dignidad.
- V. Disciplina.
- VI. Valor.
- VII. Abnegación.
- VIII. Honor.
- IX. Deber.
- X. Fidelidad.
- XI. Discreción.
- XII. Clemencia.
- XIII. Espíritu de cuerpo.
Una rápida ojeada a los temas que se tratan en el texto, permite saber el objetivo del autor: llamar la atención sobre las diversas carencias que padecía el ejército federal. Pero no se contenta con poner el dedo en la llaga, sino que propone una serie de medidas para contrarrestar o, al menos, comenzar a subsanar dichas deficiencias.
Conversaciones Militares – I. Ejército
En el primer apartado de su texto, el Ejército, Reyes hace hincapié en la necesidad que tienen las naciones de tener a su disposición elementos de guerra para que puedan defenderse de amenazas tanto externas como internas, toda vez que, según el mismo autor, “la guerra ha sido la constante historia de los pueblos”, por lo que considera “desgraciada” a una nación sin ejército, pues ésta no podría sostener sus derechos frente al avance de otras.
Asimismo, el autor considera que la milicia por sí sola no es una garantía de paz al interior ni de seguridad contra el exterior, sino que para que ésta cumpla cabalmente con sus responsabilidades hacia el país, debe de estar a la altura de sus tareas, por lo que es necesario ilustrarla y atenderla debidamente, ya que “el ejército disciplinado es el defensor de los pueblos, es el firme cimiento donde debe descansar el edificio social, es el que garantiza el respeto a las leyes, es el que sostiene el derecho de la patria”. De lo contrario, dice Reyes, se corre el peligro de que la institución marcial se convierta en un “germen de inmoralidad y desorden”.
Conversaciones Militares – II. Moralidad
Así, en Moralidad, Reyes menciona que debido a las frecuentes revoluciones intestinas que el país sufrió, el ejército no pudo organizarse con perfección, lo que ocasionó que personas “indignas” de llevar el uniforme de militar hubiesen podido llegar incluso a colocarse a la cabeza del Ministerio de Guerra.
Esta situación dio al ejército una muy pobre reputación, siendo la causa de que tal institución no hubiese sido mirada con el aprecio y respeto que se merecía.
Aquí Reyes menciona otra de las causas por las que el ejército había perdido su prestigio, y ésta es, precisamente, la escasa moral de los elementos del ejército, puesto que fue frecuente el abuso que hicieron los militares de su posición de fuerza, desde la cual insultaron a la sociedad con sus malas costumbres, “viviendo en el escándalo” y “dando rienda suelta a sus instintos depravados”, fungiendo, muchas veces, como verdaderos bandoleros.
Por ello, uno de los primeros pasos para regenerar a la institución militar, era moralizar a sus efectivos.
Conversaciones Militares – III. Ilustración
En cuanto al tercer apartado, el de la Ilustración, el autor destaca que la educación es uno de los elementos más importantes para los miembros del ejército, pues ésta eleva el espíritu del soldado y lo fortalece.
Además, la educación es necesaria para compensar las deficiencias de aquellos que se hubiesen formado en el campo de batalla, así como necesitan de la práctica, aquellos que se han formado en las aulas.
Es necesario señalar que la educación, si bien es ineludible en cualquier actividad humana, es en todo punto indispensable en la carrera de las armas, ya que el soldado que se equivoca por causa de su escasa preparación, puede tener como consecuencia la pérdida de millares de vidas, el quebranto de su causa, la ruina de su patria.
Además de lo anterior, el continuo progreso que se vivió durante esta época en la rama de la ciencia militar, hizo afirmar a Reyes que era una obligación para México seguir con anhelo todos los adelantos del movimiento científico-militar[2] que en Europa se estaban dando, con el objeto de que, en el caso de una guerra internacional, la ignorancia no constituyera la causa de la ruina del país.
Como se ve, en este apartado el autor de las Conversaciones resalta lo importante que es la educación para moralizar a los miembros del ejército, lo cual era un elemento mayúsculo, teniendo en cuenta que la inmensa mayoría de la población en México se encontraba hundida en el analfabetismo, y que era esta misma población la que se encargaba de llenar los cuarteles, la más de las veces, en contra de su voluntad.
Conversaciones Militares – IV. Dignidad
En este apartado se aborda la importancia de la dignidad en la vida militar, describiendo esta cualidad como esencial y distinguida de actitudes negativas como el orgullo necio y la insolencia.
De esta manera, la dignidad es vista como una virtud que mantiene al soldado alejado de actos vergonzosos y le permite superar circunstancias difíciles, imprimiendo un sello de grandeza en todas las acciones de los individuos y las naciones, tanto en momentos felices como en desgracias.
De igual manera, Reyes destaca ejemplos históricos para ilustrar la importancia de la dignidad. Menciona, en primer lugar, a Polonia, relatando el episodio de quinientos polacos que prefirieron la muerte antes que jurar fidelidad a los enemigos de su patria, como una muestra sublime de dignidad.
También hace referencia a la resistencia de España en 1803 contra la invasión francesa, donde a pesar de estar «mal gobernada», la dignidad del pueblo español les permitió luchar por su independencia, sacrificando innumerables héroes en el proceso.
Reyes enfatiza que la dignidad no transige y prefiere el sacrificio de la vida antes que la vergüenza. Considera que un soldado sin dignidad está destinado a la infamia y deshonra, y exhorta a los militares a inspirarse en esta cualidad noble para mantener su alma elevada y su conducta intachable.
Conversaciones militares – V. Disciplina
En este capítulo se aborda a la disciplina como un pilar esencial para el ejército, más allá de la simple obediencia. Reyes define la disciplina como un conjunto que también abarca la moralidad y la instrucción. La subordinación, en particular, es destacada como la base crucial de la disciplina.
Reyes enfatiza que sin disciplina, un ejército no es más que una colección peligrosa de hombres armados, incapaces de mantener el orden y respetar leyes y jerarquías. Un ejército indisciplinado no solo es una amenaza para la sociedad, sino también para los propios líderes que intentan controlarlo. La disciplina, en cambio, convierte a los soldados en una fuerza organizada y efectiva, capaz de seguir órdenes con precisión y enfrentar cualquier desafío con cohesión y determinación.
El autor destaca que cualquier oficial debe fomentar la moralidad y la instrucción entre sus tropas, además de exigir la más estricta subordinación. La energía para imponer obediencia es crucial, y aquellos oficiales que no pueden hacerlo deben ser removidos del ejército, ya que su debilidad es perjudicial. Reyes subraya que la indulgencia excesiva mina la justicia y la efectividad militar.
Reyes utiliza ejemplos históricos para ilustrar la importancia de la disciplina, mencionando a Napoleón, quien con un ejército disciplinado logró conquistar gran parte de Europa, y a Alejandro Magno, quien con una fuerza bien organizada y disciplinada pudo derrotar a ejércitos mucho más numerosos.
La disciplina, según Reyes, es lo que permite que las tropas realicen grandes hazañas, obedeciendo órdenes como si estuvieran guiadas por una fuerza magnética. Las tropas disciplinadas actúan como un mecanismo bien sincronizado, capaz de resistir embates enemigos y de ejecutar movimientos rápidos y devastadores. En pocas palabras, la disciplina es vista como la vida y la energía del ejército, fundamental para su éxito en cualquier empresa militar.
Conversaciones militares – VI. Valor
De acuerdo a Reyes, el valor se define como la estima por la propia dignidad que, a pesar del instinto de conservación, lleva al individuo a sobreponerse al peligro.
El militar jalisciense distingue entre dos tipos de valor: el valor activo y el valor pasivo. El valor activo es el del héroe que lucha con entusiasmo, dispuesto a vencer o morir; mientras que el valor pasivo es el del mártir que se sacrifica sin resistencia. Ambos tipos de valor son esenciales y se manifiestan de diferentes maneras en el campo de batalla.
Reyes menciona que el valor proviene de la grandeza del alma, la dignidad, y la disciplina. Es un impulso soberano que exalta al soldado al heroísmo, permitiéndole enfrentarse a la muerte sin temor y contemplar la gloria como un objetivo supremo. Este tipo de valor es común entre los soldados mexicanos, quienes muestran una propensión natural hacia esta virtud.
El texto también hace referencia a figuras históricas como Napoleón, quien inspiraba a sus tropas con discursos que evocaban la grandeza del pasado y la eternidad de sus acciones. La famosa frase de Napoleón durante la campaña de Egipto, «Soldados, desde lo alto de estas pirámides, cuarenta siglos os contemplan», es un ejemplo de cómo el valor puede ser elevado a través de la inspiración y la búsqueda de la gloria eterna.
En contraste, la cobardía es descrita como una miseria del espíritu que lleva a la deshonra y la infamia. Reyes es tajante al afirmar que los cobardes no tienen lugar en el ejército, ya que su presencia solo trae oprobio y vergüenza.
Conversaciones militares – VII. Abnegación
En este capítulo, el entonces coronel Reyes resalta la importancia de la abnegación como una virtud esencial para los soldados. No se trata solo del valor que un soldado debe tener, sino también de la capacidad para soportar el sufrimiento y las dificultades con resignación y entereza.
Reyes describe al soldado veterano como aquel que ha pasado por innumerables penalidades sin quejarse, manteniendo siempre su disciplina y afrontando las fatigas con determinación. Este tipo de soldado es considerado el ideal, el arquetipo de la perfección militar. Asimismo, subraya que los oficiales, aún más que los soldados, deben mostrar una fortaleza de espíritu inquebrantable ante las adversidades, ya que ellos son los líderes y modelos a seguir.
Un ejército que puede dominar el sufrimiento y las dificultades es un ejército eficiente y siempre listo para la acción. Por el contrario, aquellas tropas que se desaniman o desordenan ante el primer contratiempo son menos efectivas y más propensas al fracaso.
La abnegación se eleva como una virtud que ennoblece al soldado y glorifica la carrera militar. Reyes argumenta que todas las profesiones tienen su cuota de sufrimiento, pero en la carrera militar, llevar ese sufrimiento con abnegación añade un brillo especial a la dignidad del soldado. Quejarse innecesariamente solo sirve para desmoralizar a los compañeros y no aporta ningún alivio real.
En situaciones de derrota o desastre, es imperativo no desfallecer. Abandonar las banderas en tales circunstancias es una acción de cobardes y traidores. La verdadera prueba de la grandeza de espíritu de un soldado se ve en su capacidad para soportar la fatiga y el infortunio, y seguir adelante a pesar de ellos.
Conversaciones Militares – VIII. Honor
En este capítulo, se aborda el concepto del honor como el fundamento de todas las virtudes militares y la base de las cualidades de un buen soldado. Reyes comienza citando a un gran capitán del siglo, subrayando que la gloria y el honor de las armas es el primer deber de un soldado.
El honor es descrito como la dignidad elevada a un grado heroico, una cualidad que abarca todo lo sublime. Para Reyes, la carrera militar es inherentemente una carrera de honor, y no se puede concebir a un soldado sin honra. Un espíritu deshonrado, según él, no puede aspirar a la gloria, la abnegación, la verdadera disciplina ni la moralidad. Un soldado sin honor es susceptible a todas las bajezas y odiosas pasiones, incluyendo la cobardía, la inmoralidad, la insubordinación y la traición.
Además, el autor advierte que el verdadero honor no consiste en una susceptibilidad irascible que provoca constantes riñas, sino en una conducta moderada y respetable que evita ultrajes. Cita el ejemplo del general ateniense Temístocles, quien prefirió evitar un conflicto personal para enfocarse en un plan que salvaría a Grecia de la deshonra y la esclavitud, demostrando así una grandeza verdadera.
Conversaciones Militares – IX. Deber
El concepto del deber se describe en este capítulo como el núcleo de todas las virtudes militares. Reyes destaca que el deber militar es una combinación de múltiples obligaciones que llevan al soldado al triunfo o al sacrificio, y que no se puede tratar en un solo artículo, por lo que se distribuye a lo largo de sus conversaciones.
El cumplimiento del deber requiere instrucción en las obligaciones impuestas, moralidad, disciplina, honor, valor y abnegación. Reyes enfatiza que el deber militar es el más imperioso de todos, ya que demanda grandes cualidades y puede exigir sacrificios extremos, incluso la vida de los seres queridos. Ilustra esto con la historia del patricio romano Lucio Bruto, quien ejecutó a sus propios hijos para cumplir con su deber patriótico.
El deber exige rectitud en todos los actos del servicio militar. Cumplir con el deber no es un acto que merezca una gran recompensa, pero siempre se hace justicia y se elogia al soldado que lo cumple con constancia y fidelidad. Reyes critica a aquellos oficiales que, aunque instruidos, no practican lo que saben, considerando que es peor que ser ignorante pero diligente.
La falta de cumplimiento del deber hace despreciable a cualquier persona, especialmente a un soldado, ya que traiciona la fe jurada a su patria. La historia ofrece ejemplos de individuos cuya grandeza fue oscurecida por sus faltas, como Alcibíades, cuyo talento y habilidad no pudieron redimir sus errores. En contraste, el cumplimiento del deber, aunque sea en una capacidad modesta, lleva al respeto y a la satisfacción personal.
Conversaciones Militares – X. Fidelidad
En este apartado, Reyes analiza la fidelidad como una virtud esencial en la vida militar, pues hace hincapié en que la fidelidad militar es una forma elevada de lealtad hacia la causa defendida, y es la adhesión a la fe jurada a la bandera y la patria. Describe la fidelidad como un afecto digno y desinteresado hacia la patria, los jefes y los amigos, caracterizado por la constancia, la abnegación y la firmeza.
La fidelidad en el servicio se traduce en la exactitud y celo en su ejecución, integridad y dedicación sin descanso. La fidelidad en la palabra implica el escrupuloso cumplimiento de lo prometido, subrayando la importancia de ofrecer solo lo que se puede cumplir y decir siempre la verdad. Esta virtud convierte al hombre en alguien respetable, comenzando por el respeto hacia sí mismo.
Reyes subraya que un soldado fiel defiende sus banderas hasta el último aliento, demostrando una lealtad inquebrantable, celo en sus funciones, honradez y incapacidad para la traición, la ingratitud o la mentira. La fidelidad es un deber que siempre es grato cumplir para las almas leales y valientes, y no necesita elogios, ya que su nobleza se presenta por sí misma.
Conversaciones Militares – XI. Discreción
En este apartado Reyes argumenta que todo soldado debe ser discreto, especialmente aquellos en posiciones de mando, sin importar cuán pequeño sea el rango.
La discreción abarca la moderación en actos insignificantes, el discernimiento en cuestiones menores, y la calma en situaciones triviales. Sin embargo, lo más crucial es la discreción en decisiones que podrían resultar injustas o causar desgracias, especialmente en asuntos de guerra, donde un error puede tener consecuencias devastadoras.
Reyes menciona que combatir sin reflexionar sobre las circunstancias del enemigo y del propio ejército, sin considerar la idoneidad del terreno o las ventajas de actuar con anticipación o retraso, es una indiscreción imperdonable. Atacar al enemigo por vanidad o para silenciar murmuraciones malintencionadas es igualmente imprudente y peligroso.
La discreción también implica una reflexión madura antes de tomar decisiones audaces, asegurando que tales decisiones estén bien fundamentadas y no sean precipitadas. Reyes subraya que, aunque a veces es necesario actuar rápidamente, un buen militar debe estudiar continuamente diferentes escenarios y estar preparado para tomar decisiones informadas de antemano.
Conversaciones Militares – XII. Clemencia
Reyes inicia este apartado destacando la diferencia crucial entre la clemencia y la falta de ánimo para castigar. Ser indulgente con el enemigo vencido demuestra grandeza de alma, mientras que la falta de energía con los criminales muestra debilidad de espíritu.
La clemencia debe ser bien entendida y aplicada, sin caer en una compasión que pueda perjudicar a la sociedad al no castigar adecuadamente a los culpables. Reyes menciona que tolerar el delito fomenta el mal, y es necesario equilibrar la generosidad con la justicia para mantener el orden y la seguridad.
La clemencia es descrita como una virtud divina que enaltece a quien la posee, especialmente en un soldado. Reyes critica la crueldad innecesaria, evocando figuras históricas como Calígula y Nerón, que usaron la violencia de manera cobarde y desmedida. En contraste, destaca que la clemencia tras una batalla es una muestra de nobleza y humanidad, que embellece las victorias militares y genera admiración tanto de amigos como de enemigos.
Conversaciones Militares – XIII. Espíritu de cuerpo
Y finalmente el último capítulo de las Conversaciones Militares escritas por Reyes. En este, se resalta que para fortalecer el espíritu de cuerpo es esencial erradicar el egoísmo entre los miembros.
El autor describe al egoísta como alguien que solo busca su propio beneficio, sin considerar el bienestar de sus compañeros. Esta actitud egoísta, según Reyes, lleva inevitablemente al aislamiento, y en momentos de dificultad, el egoísta se encuentra sin apoyo, abandonado por aquellos a quienes nunca ayudó. En contraste, la solidaridad y el sacrificio mutuo son esenciales para crear una unidad fuerte y unida.
Reyes subraya que la vida militar está llena de adversidades y peligros, lo que hace aún más necesaria la ayuda mutua. Los compañeros de armas se convierten en una familia extendida, brindándose apoyo y levantándose mutuamente en tiempos difíciles. La falta de este espíritu de cuerpo debilita a la unidad, haciéndola vulnerable y frágil.
El espíritu de cuerpo se define como una fraternidad libre de egoísmos, donde los intereses individuales se fusionan en un interés colectivo. Cada miembro cuida del bien común, defendiendo y elevando la reputación de la unidad. La falta de este espíritu lleva a la discordia interna, que es comparada con una gangrena que lentamente destruye a la corporación desde adentro.
Reyes también destaca la importancia de vivir en armonía y con respeto hacia los compañeros de armas. Las buenas maneras y la cortesía son valoradas, y aquellos que las practican son mejor vistos y más queridos. El espíritu de cuerpo, entonces, es una combinación de apoyo mutuo, sacrificio personal y buenas relaciones interpersonales, esenciales para el éxito y la fortaleza de cualquier unidad militar.
De esta manera, aunque el ejército se encuentra naturalmente fraccionado en distintas corporaciones, era necesario, según Reyes, unificarlas condensándolas en un solo espíritu que dotara de identidad a todos aquellos que conformaban a la milicia, sin importar su grado y arma. [2]
Para esto, lo ideal según el autor era establecer un sistema de reclutamiento en el que se alistaran sólo los individuos deseosos de hacerlo, mejorar la educación y los sueldos en los cuarteles, promover la vida en sociedad con los compañeros de armas, así como el trato cortés —que no obsequioso—, de los grados más altos en la jerarquía militar.
El correcto seguimiento de todas las ideas plasmadas en estas Conversaciones, tendrían como resultado, según su autor, “un ejército instruido, elevado en su moralidad, bien organizado, [con] el corazón valiente, el acerado escudo, la espada justiciera de nuestra patria, que tan gran papel tiene que desempeñar en este mundo nuevo, en este continente americano, en cuyo centro está situada, dividiendo sus mares, sus tierras y sus dos predominantes razas”.
Valor histórico de las Conversaciones Militares de Bernardo Reyes
Las Conversaciones Militares sobre las que se ha hablado en este artículo, así como otros escritos, ensayos y tratados de este militar, como de algunos otros del periodo, constituyen una valiosa ventana que nos permite vislumbrar lo que entonces sucedía en la sociedad mexicana del siglo XIX, y cómo esta luchaba por resolver diversas problemáticas que le aquejaban, siendo el tema de este texto, el ejército mexicano.
Descarga las Conversaciones Militares de Bernardo Reyes
Si quieres leer el documento original de las Conversaciones Militares de Bernardo Reyes, no tienes más que hacer clic en el link que te dejo abajo. De igual manera, te recomiendo que consultes la sección Análisis y PDFs de documentos del Porfiriato.
Descarga las Conversaciones Militares de Bernardo Reyes en PDF.
Preguntas frecuentes sobre las Conversaciones Militares de Bernardo Reyes
¿Por qué el autor considera importante la ilustración para un soldado?
la ilustración es fundamental porque permite al soldado comprender la historia militar, las estrategias y las tácticas de guerra. Reyes argumenta que un soldado ignorante puede ser objeto de burla por parte de sus subordinados y no podrá desarrollar todo su potencial como líder.
¿Cuáles son las consecuencias de la falta de disciplina en un ejército?
Para Reyes, la ausencia de disciplina convierte a un grupo de soldados en una amenaza para la sociedad y para sus propios líderes. Sin disciplina, el ejército se convierte en una fuerza destructiva que no respeta leyes ni jerarquías, poniendo en peligro la seguridad y el bienestar de la población.
¿Cómo define el autor el honor militar?
El honor es presentado como la base de todas las virtudes militares, la esencia de la dignidad del soldado. Un soldado sin honor no puede comprender el valor de la gloria, el sacrificio y la lealtad.
¿Qué papel juega la abnegación en la vida de un soldado?
La abnegación, la capacidad de soportar el sufrimiento y las privaciones, es fundamental para el soldado, incluso más que el valor. Un soldado abnegado puede superar cualquier obstáculo y enfrentar las dificultades con entereza y disciplina.
¿Cuál es la importancia del espíritu de cuerpo según el autor?
El espíritu de cuerpo, basado en la fraternidad y la ayuda mutua, es esencial para la fortaleza de cualquier corporación, especialmente en el ámbito militar. Reyes critica el egoísmo y lo considera perjudicial para el individuo y para el grupo, utilizando el ejemplo de los salvajes que se unen en tribus para protegerse y ayudarse mutuamente.
Referencias
[1] Francisco BULNES, El verdadero Díaz y…, 1960, p. 301.
[2] El término “arma” corresponde a cada una de las corporaciones que se mencionan, y que son: infantería, caballería, artillería e ingenieros, Eduardo PAZ, El nuevo proyecto de…, 1912, p. 11.