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Leva y reclutamiento forzoso durante el siglo XIX en México

Leva y reclutamiento forzoso durante el siglo XIX en México

La leva y reclutamiento forzoso fueron una constante más que una variable durante el siglo XIX en México, debido a la constante necesidad de efectivos que combatieran para uno u otro bando, o bien, para que nutrieran al ejército federal durante los periodos de la República Restaurada y el Porfiriato.

En este pequeño artículo trataré los motivos de la leva y reclutamiento forzoso, así como sus efectos.

Introducción

Los ejércitos modernos, como bien sabemos, nutren sus filas y diversas jerarquías con ciudadanos que han elegido –ya sea por gusto, necesidad o convicción– seguir la vida de las armas. Es decir, todo aquel miembro de las fuerzas armadas ha entrado al servicio por voluntad propia.

Sin embargo, esto no fue siempre así, al menos no en lo que concierne a México, en especial durante el siglo XIX.

Los mexicanos del siglo XIX evitaron, por todos los medios, formar parte del ejército

En realidad, conseguir individuos para llenar los reemplazos del ejército mexicano, apenas concluidas las luchas de independencia, fue algo de lo más complicado por diversos factores:

1. Inexistencia de un concepto de patria

En primer lugar, la concientización de los “nuevos ciudadanos” respecto a la soberanía recién ganada no había echado raíces profundas, por tanto, la idea de tener que ir a servir bajo las banderas del ejército, es decir, de arriesgar la vida por una patria que ni siquiera podían imaginar, era algo absurdo y, por mucho, indeseable.

2. El riesgo de muerte y las penurias del servicio

Otro factor fue el riesgo implícito de la profesión militar, pues la probabilidad de recibir un daño que dejara impedido físicamente de por vida al afectado, o resultara muerto en un enfrentamiento, era una posibilidad más que real y a la que pocos estaban dispuestos a arriesgarse.

Además, las exigencias del servicio imponían diversas penalidad a los soldados: mal comer, mal dormir, ser tratados con desdén por sus superiores, soportar entrenamientos agotadores y marchas interminables, actividades todas que tampoco estaban consideradas, precisamente, como deseables.

3. Y encima, sueldos escasos que muchas veces no llegaban

Y si encima los sueldos, aparte de escasos, tardaban en ser pagados o, de plano, nunca llegaban a manos de los interesados –ya sea por la deshonesta mano de algún oficial avaro, o porque de verdad el gobierno se viera en dificultades de cumplir pecuniariamente–, terminaba por volver al servicio en el ejército como algo de lo que cualquier persona cuerda debería de alejarse.

Ilustración de un soldado mexicano del siglo XIX. Leva y reclutamiento forzoso.
“Soldado de infantería mexicano” de finales del siglo XIX (Porfiriato) – Frederic Remington.

Legislando la leva y reclutamiento forzoso: el decreto del 24 de agosto de 1824

Pues bien, como de cualquier forma los reemplazos en el ejército eran en todo punto necesarios, en especial en aquellas tumultuosas épocas en las que los pronunciamientos militares, y las guerras extranjeras fueron algo común en suelo mexicano (por desgracia para nuestro país), el gobierno hubo de tomar las medidas necesarias para proveerse de los efectivos que tanto necesitaba y, para ello, debió de legislar al respecto.

Como resultado, se publicó el decreto de 24 de agosto de 1824, Contingentes de hombres para el reemplazo del ejército, que contenía diversos artículos que tuvieron como objetivo normalizar el proceso de leva y reclutamiento forzoso que servirían en el ejército.

Sin embargo, el artículo tercero de dicho decreto dejó en manos de las legislaturas estatales la forma en que el reclutamiento debía de ser llevado a cabo:

3° Para colectar este cupo, las legislaturas de los estados respectivos harán las leyes o reglamentos que tengan por convenientes.

Como puede verse, no hay mención por parte del gobierno central en lo que respecta a las formas y procedimientos para llevar a cabo el levantamiento del “contingente de sangre” requerido. Esto fue aprovechado por las entidades para legislar a su conveniencia.

Es necesario recordar que en esa época (y durante todo el XIX, hasta la llegada del general Porfirio Díaz a la presidencia), las autoridades estatales vieron en el gobierno central un poder que intentó, por todos los medios posibles, de sujetarlos a los lineamientos de sus políticas.

Por ello, los diversos gobiernos estatales estuvieron interesados en obstaculizar todos los intentos del gobierno central por dominarlos. Y como la herramienta más importante del gobierno central para lograr hacer sentir su autoridad en toda la República era el ejército, las entidades trataron de evitar la conformación de un ejército fuerte y disciplinado, que era lo que buscaba el citado gobierno central.

Corneta de caballería mexicana. Leva y reclutamiento forzoso.
“Corneta de la caballería mexicana”. Últimas décadas del siglo XIX – Frederic Remington.

Ociosos, vagos, viciosos, desertores, ebrios y malos esposos: los soldados mexicanos

El ya citado artículo tercero del decreto de 24 de agosto de 1824 otorgo a las administraciones estatales la oportunidad de debilitar al ejército central: Michoacán, México y Oaxaca fueron de los primeros en poner en práctica sus recién adquiridas facultades de reclutamiento, y legislaron sobre las características que habría de tener los individuos que formarían el cuerpo de reemplazos a través de la leva y reclutamiento forzoso.

Para empezar, debían de ser individuos ociosos, vagos y demás que no tuvieran oficio o modo de vivir conocido, los viciosos, los desertores, los malentretenidos y (en la legislación oaxaqueña se agregaban además), a los que estuvieran en la cárcel por “malos esposos, estafadores o ebrios […] y aquellos que por notoriedad y púbica voz sean revoltosos.

Caballería mexicana. Leva y reclutamiento forzoso.
Caballería mexicana – Frederic Remington.

Los 3 objetivos de las entidades para reclutar a la «hez» de la sociedad

Los reglamentos de Puebla, San Luis Potosí, Querétaro y Guanajuato siguieron, en términos generales, las líneas ya planteadas por Michoacán, México y Oaxaca. Con esto, las legislaturas estatales esperaban poder alcanzar tres objetivos:

1. Debilitamiento del ejército central al enviarle los individuos más perniciosos

El primero de los objetivo fue debilitar al ejército central enviando a él todos los “elementos perniciosos” de sus regiones, con lo que provocarían una baja moral, un escaso rendimiento y la deserción de tropas, lo que acentuaría la inefectividad del ejército en el caso de que el poder central decidiera enviarlo a alguno de los estados para poner las cosas en orden. Así lo plantea el Dr. José Antonio Serrano Ortega:

Detrás de los reglamentos del decreto de reemplazos de 1824, existía el intento, por parte de las legislaturas estatales, de obstaculizar la consolidación de un ejército permanente que auxiliara al gobierno nacional en el control y administración de los territorios, donde imperaban los intereses locales.

Los poderes locales temían un poder central que les disputara la hegemonía política, militar y económica en sus territorios. Estos intereses empobrecían al gobierno nacional puesto que no remitían su contingente fiscal a la Hacienda nacional y por el contrario, cubrían su contingente de reemplazos con todos aquellos grupos sociales perniciosos a la sociedad, y es fácil inferir que éstos desertarían a la primera oportunidad.

Con las levas, las legislaturas estatales aceleraron y profundizaron un mal endémico presente desde la formación del ejército novohispano.

2. Evitar dañar la economía local

El segundo objetivo de los poderes locales al enviar a los elementos “perniciosos” de sus regiones, fue que, además de debilitar la consolidación del ejército vigoroso de que habla Serrano, también evitaban dañar la economía de sus propias regiones, pues no se enviaban a los elementos “honestos”, “trabajadores” y “productivos” a servir al ejército permanente, pues eso habría sido el equivalente a dañar la industria, el comercio y la agricultura ante la falta de los brazos necesarios para sostener esos ramos productivos. Serrano Ortega firma que,

[…] el ejército permanente era un medio propicio para deshacerse de los desempleados, los que tenían una moralidad condenable y los que causaban inestabilidad política a los estados. El ejército resultaba muy propicio para erradicar del estado a estos grupos peligrosos [además] Los ayuntamientos también estaban de acuerdo en arrojar al ejército a sus hombres improductivos y peligrosos, y no cubrir su contingente con grupos productivos como artesanos, comerciantes, jornaleros o peones. Además, con la amenaza de hacerlos soldados, las autoridades municipales podían influir en la moral de la población masculina.

3. Cumplir con la ley… aparentemente

El tercer objetivo perseguido por los poderes locales fue, simplemente, actuar conforme a la ley y cumplir con la cuota de reemplazos requerida por el Ministerio de Guerra y Marina, por mucho que enviaran tan sólo a los elementos “perniciosos” de sus regiones.

El ejército como regenerador de vagos

Aunque hubo quejas por parte del Ministerio de Guerra y Marina al respecto, la situación ya descrita permaneció durante todo el siglo XIX y, de hecho, puede decirse que se acentuó, pues durante todo este siglo los vagos fueron especialmente perseguidos, ya que existió una “preocupación por controlar la vagancia con vistas a garantizar el orden público y social”, preocupación que se pensó podría ser solucionada con el enrolamiento de los vagos al ejército.

Además, el país se encontraba “en un contexto signado por la depresión económica, la inestabilidad social y la necesidad de reclutar hombres para el ejército”. Por ello, se creó el Tribunal de Vagos el 3 de marzo de 1828, que funcionó hasta 1870. Si bien el tribunal cesó de existir, la tradición de persecución de vagos continuó todavía todo el Porfiriato.

Reflexión final

Como es posible apreciar, este tipo de acciones redujeron considerablemente la posibilidad de que México tuviera un ejército vigoroso y moralizado, pues su base –la tropa– se encontraba conformada por la más “deleznable” parte de la sociedad mexicana.

A este respecto, hubo autores (como Julio Guerrero) que trataron de hacer una clasificación de la sociedad mexicana, y encontraron siempre que eran los miembros de los estratos menos favorecidos los que componían la tropa del ejército nacional.


Nota: Publiqué Leva y reclutamiento forzoso durante el siglo XIX en México originalmente en mi blog Facetas Históricas el 15 de septiembre de 2012. Ha recibido algunas modificaciones para corregir diversos errores, pero que no afectan el sentido original del mismo. Posteriormente, este artículo se alojó en mi página personal, de donde se toma prácticamente íntegro, salvo por algunos cambios menores.


Conoce más del Porfiriato en nuestro Resumen del Porfiriato, o lee algún otro de mis artículos en mi página de autor, tales como:


Preguntas frecuentes sobre la Leva y reclutamiento forzoso

¿Qué es la leva?

La leva es el reclutamiento obligatorio de la población civil para servir en el ejército. Durante el siglo XIX mexicano, se hizo uso de la leva frecuentemente para llenar los cuadros faltantes del ejército nacional.

¿Qué es el reclutamiento forzoso militar en el contexto del siglo XIX en México?

Una práctica en la que los hombres fueron forzados a servir en el ejército sin su consentimiento. La leva fue el método más usado para efectuar el reclutamiento forzoso, y se usó en México prácticamente durante todo el siglo XIX.

¿Por qué era tan difícil reclutar soldados para el ejército en México durante el siglo XIX?

Existían varios factores que dificultaban el reclutamiento, como la falta de un sentido arraigado de patriotismo, el riesgo de muerte y las duras condiciones del servicio militar, así como los bajos sueldos que a menudo no se pagaban.

¿Cómo se legisló la leva y reclutamiento forzoso en México?

El gobierno emitió el decreto del 24 de agosto de 1824 para establecer regulaciones sobre la leva y el reclutamiento forzoso. Sin embargo, dejó en manos de las legislaturas estatales la forma en que se llevaría a cabo el reclutamiento, lo que resultó en diferentes enfoques según cada entidad

¿Por qué las legislaturas estatales obstaculizaron el reclutamiento en el ejército central?

Las autoridades estatales veían al gobierno central como una amenaza a su autonomía y poder. Por lo tanto, buscaban evitar la formación de un ejército fuerte y disciplinado, enviando a los elementos «perniciosos» de sus regiones para debilitar al ejército central y proteger sus propias economías locales.

¿Cuáles eran los objetivos de las entidades al reclutar a los elementos «perniciosos» de la sociedad?

Los objetivos eran: debilitar al ejército central, evitando dañar la economía local al no enviar a los elementos «honestos» y «productivos», y aparentar cumplir con la cuota de reemplazos requerida por el gobierno central.

¿Qué impacto tuvo esta práctica en el ejército mexicano?

Esta práctica contribuyó a la falta de eficacia y moral en el ejército mexicano, ya que su base estaba conformada por los sectores menos favorecidos de la sociedad. Además, se perseguía a los vagos y se promovía su enrolamiento en el ejército como una forma de control social, lo cual continuó durante el Porfiriato.


Referencias

AILLÓN SORIA, Esther, “Moralizar por la fuerza. El decreto de reformulación del Tribunal de Vagos de la ciudad de México, 1845”, en Clara E. LIDA y Sonia PÉREZ TOLEDO (comps.), Trabajo, ocio y coacción. Trabajadores urbanos en México y Guatemala en el siglo XIX, México, Miguel Ángel Porrúa/ Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa, 2001, pp. 67-113.

ARROM, Silvia, “Documentos para el estudio del Tribunal de Vagos, 1828-1848. Respuesta a una problemática sin solución”, Anuario mexicano de historia del Derecho, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1989, vol. I, pp. 215-235. [Descarga o consulta]

Colección de órdenes y decretos de la Soberana Junta Provisional Gubernativa y Soberanos Congresos Generales de la nación mexicana, t. III, México, 1829. [Descarga o consulta]

GUERRERO, Julio, La génesis del crimen en México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 1996, 394 pp. [Descarga o consulta]

SÁNCHEZ ROJAS, Luis Ignacio, Conformación y evolución de las fuerzas armadas durante el Porfiriato, Tesis para obtener el grado de Maestro en Historia, Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, México, 2011, 227 pp.

SERRANO ORTEGA, José Antonio, El contingente de sangre, INAH, México, D.F, 1993, 149 pp.

TEITELBAUM, Vanesa, “La corrección de la vagancia. Trabajo, honor y solidaridad en la ciudad de México, 1845-1853”, en Clara E. LIDA y Sonia PÉREZ TOLEDO (comps.), Trabajo, ocio y coacción. Trabajadores urbanos en México y Guatemala en el siglo XIX, México, Miguel Ángel Porrúa/ Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa, 2001, pp. 115-156

The armies of today; a description of the armies of the leading countries at the present time (1892), Harper & Brothers, New York, 1892. [Descarga o consulta]

Blog Odiseas 2008, “Ejércitos en el siglo XIX”.

Luis Ignacio Sánchez Rojas

Candidato a doctor en historia por la UNAM. Ha abordado la política y las fuerzas armadas del siglo XIX y principios del XX, con especial énfasis en el Porfiriato. Entusiasta de la tecnología y los videojuegos.

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